Bombos, gaitas, vino, juramentos y comidas campestres en la cima del monte Santa Trega servirían para definir a la romería con más de cien años de antigüedad que tuvo lugar ayer en A Guarda.

Las Festas do Monte vivieron su día grande con la tradicional "subida" y el calor no quiso perderse esta cita que dejó desiertas las calles de la villa guardesa para concentrar a vecinos, vecinas y foráneos en lo más alto del Trega.

Los más madrugadores y supervivientes a toda una semana de fiesta en A Guarda comenzaron a subir el monte cerca de las 11.00 horas de la mañana, para hacerse con los mejores lugares y montar sus toldos para protegerse del sol. Mientras que otros, todavía ponían rumbo a la cumbre a las 15.00 horas, como es el caso de Nuria, una tomiñesa que, a pesar de haber trabajado hasta la madrugada del domingo no quiso faltar a la cita porque "es una pena que se pierda la tradición".

Por su parte, las bandas mariñeiras hicieron su aparición a lo largo de la mañana, subiendo el monte en procesión y al son de los bombos. Algunas, como Os da Alba estuvieron guiadas por un chimpín y otras, como Desfeita, apenas le dieron descanso a su bandera y a sus bombos, que estuvieron ondeando y sonando hasta bien entrada la tarde. Y mientras algunas bandas todavía estaban camino de la cima, allí ya se encontraba Banda Negra realizando la tradicional "jura".

La "jura" es la promesa que hacen todos los integrantes de las bandas mariñeiras cada año durante la "subida al monte". Esta costumbre consiste en un ritual en el cual los miembros de las bandas deben beber vino tinto directamente del garrafón para poder volver el año próximo. Eso sí, al momento de la "jura" también le acompañan los bombos, las gaitas y los cánticos, que no cesaron a lo largo de toda la jornada.

Además de las bandas mariñeiras a esta romería también acudieron visitantes de todos los puntos de Galicia y España, como Marcos, de Madrid, al que su amigo, un vecino de A Guarda, lo invita todos los años a pasar el segundo fin de semana de agosto a este municipio del Baixo Miño. "Son mis quintas Festas do Monte, desde que vine el primer año ya no me las pierdo y siempre hago coincidir mis vacaciones con esta fiesta", asegura el madrileño. Y como el madrileño, también se escuchaban sobre el Trega todo tipo de acentos e idiomas, como algunos extranjeros procedentes de Italia, Reino Unido y Portugal, que se manifestaban apenados porque "en nuestro país no hay estas cosas".

Los asistentes comieron, cantaron, bebieron, tocaron los bombos y se tiraron vino unos a otros a lo largo de todo el día, hasta que el Trega se tiñó de color granate y empezaron a iniciar la retirada hacia O Montiño, donde se produjo la tradicional "desfeita". Allí, lo miembros de las bandas mariñeiras comenzaron a mezclarse sin importar el color de sus pañoletas para tocar conjuntamente como colofón final a una nueva edición de la "subida al monte".