Sobre el mediodía de ayer, empezaba a lloviznar en As Neves. En una de sus parroquias, San José de Ribarteme, la multitud congregada rumoreaba acerca de la posibilidad de que los cuerpos vivos que iban a ser ofrecidos en procesión a Santa Marta se mojaran. No ocurrió así. A las 12 en punto, hora en la que dio comienzo la romería más antigua de Galicia, el agua cesó. Se trata de una peregrinación en la que participan los conocidos como "ofrecidos", personas que previa reserva, deciden meterse en un ataúd en vida. Lo hacen conscientes de que de alguna manera el hilo blanco de la parca se les tornó gris, pero no se cortó; es su manera de dar las gracias, su alegoría sobre la vida.

El discurso inicial del párroco giró en torno a la vida y milagros de la santa, un inicio pensado para entender la devoción que algunos sienten por ésta. Mientras tanto, los nueve "ofrecidos" de este año, esperaban dentro de la iglesia junto a sus féretros. Ocurre entonces que en la única nave de este templo, se respira miedo a lo desconocido y el repaso a una vida. La introducción de los cuerpos vivos en los ataúdes se realizó sin liturgia previa, a la par que la multitud se congregaó en los palcos exteriores habilitados a tal uso, esperando ver ese contraste del que tanto se habla en la periferia mediática: vivos en lechos de muertos.

Pese a que la fiesta ya es internacional, los féretros en procesión no han pasado nunca de nueve, registrándose ayer la cifra récord. Tal y como explica la organizadora del evento, Marta Domínguez, "hoy se esperaban once ataúdes, finalmente una ofrecida no se presentó y los familiares del ataúd infantil previsto, no tuvieron valor para portarlo".

El contraste en esta procesión es cada vez más grande y por lo tanto la belleza de la misma, asunto por el cual sigue siendo multitudinaria. La iconografía y el simbolismo siguen presentes en los pasos y cánticos, tampoco cambia la forma tradicional con la que los ofrecidos reservan féretro, "de palabra"; ni la relación distante que la organización tiene con éstos. El contraste viene dado por las costumbres y el pensamiento con los que la sociedad evoluciona y que este año se manifiestó en forma de anécdota con el ventilador portátil que la ofrecida Carmen Romero lució pegado a su cara mientras entraba en el templo.

Más allá del impacto visual que suponen los féretros vivientes, este acto tiene como protagonista a la muerte, ese rumor constante en la vida de todos y que en nuestra cultura asusta o divierte, no tiene término medio. Se hace por tanto, necesario para los presentes en esta romería, una reflexiona sobre la intención de la misma, pues "los ofrecidos" son personas que han sentido pánico a perder una vida y que una vez superado ese trance, agradecen constatemente su porvenir, asunto debido a una previa y dilatada reflexión sobre la muerte.