Más de 370.000 personas mueren cada año en el mundo ahogadas por inmersión, según la Organización Mundial de la Salud. En España, 246 personas han fallecido por este motivo desde el pasado mes de enero hasta el 15 de julio, un 47% más que las víctimas registradas en los distintos espacios acuáticos en todo 2015.

En España, los ahogamientos se encuentran entre las diez principales causas de muerte entre la población de 1 a 24 años y es la segunda causa de muerte infantil detrás de los accidentes de tráfico. En los últimos cinco años, más de cien menores murieron por esta causa.

"Hay que evitar que los niños pequeños se bañen sin constante supervisión. Hay que mirar al niño como mínimo cada 10 segundos y comprobar que se puede llegar con el brazo hasta donde está en menos de 20 segundos. También hay que tener cuidado con las largas exposiciones al sol para evitar un síncope en el agua o un golpe de calor, evitar las bebidas alcohólicas, nadar en paralelo a la orilla para evitar las zonas más apartadas y de mayor profundidad, escoger playas con presencia de socorristas y hacer caso de los avisos de peligro", aconseja Óscar Graña, técnico en emergencias sanitarias e instructor, y experto en reanimación y desfibrilación cardiaca.

Los ahogamientos pueden provocar, además, un paro cardiaco, por lo que organizaciones como la Fundación Española del Corazón (FEC) y la Real Sociedad Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS) abogan por la instalación de desfibriladores en lugares públicos y por la formación en reanimación cardiopulmonar (RCP) tanto del personal de estos espacios como de la ciudadanía en general. Otras muchas organizaciones científicas, como la European Resuscitation Council (ERC), el Consejo Español de Resucitación Cardiopulmonar (CERCP) y la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias también recomiendan el conocimiento de la RCP y el acceso a la desfibrilación.

"El manejo de una víctima ahogada es prácticamente idéntico al de una persona que ha sufrido una parada cardiaca, puesto que no hay apenas diferencias en las técnicas utilizadas para estos casos", explica.

Cada 20 segundos se produce una parada cardiaca en España y solo un 10% de quienes la sufren sobrevive. Según datos de la Federación Pública de Urxencias Sanitarias de Galicia, 061, cada año se producen 800 paradas cardiacas en la comunidad y solo unas veinte, es decir, el 2%, tienen como primera asistencia el desfibrilador.

"Un masaje cardiaco en los primeros cuatro minutos aumenta las posibilidades de recuperación en más del cincuenta por ciento. Sin embargo, siete de cada diez personas no saben reaccionar ante un episodio de este tipo", alerta el especialista vigués, que apunta que Galicia cuenta con solo medio millar de estos aparatos en lugares públicos.

"El problema es que el decreto 38/2017, de 23 de marzo, que regula la instalación y el uso de desfibriladores externos fuera del ámbito sanitario recomienda, pero no obliga, cuando tienen que estar en los espacios públicos con gran concurrencia de público", opina.

Graña asegura que la reanimación cardiorrespiratoria es una maniobra sencilla que puede suponer la diferencia entre superar o no un paro cardiaco. Se trata de una técnica que permite mantener la oxigenación de los órganos vitales de la víctima a través de comprensiones torácicas y ventilación artificial. El procedimiento es muy similar en niños adultos, salvo variaciones en la profundidad de la comprensión.

"Cuando una persona no responde y no respira o no lo hace de forma normal, lo primero hay que llamar a emergencias y después, lo deseable sería aplicarle la reanimación mientras no llega la ayuda", explica.

"Es importante mantener la calma y responder a las preguntas porque esto puede ser vital, especialmente en emergencias como accidentes de tráfico. Muchas personas se ponen nerviosas porque ven que se les está haciendo muchas preguntas y creen que mientras estén con ellos al teléfono los servicios de emergencias no vienen. Pero tienen que saber que la ayuda ya está en camino", afirma.