Laura Llauder es bailarina, coreógrafa y danzaterapeuta. Sus 20 años de formación en la danza,y la pasión que ella misma transmite desde la compañía Eudanza, son los ingredientes necesarios para vivir esta disciplina como una forma de vida más que como un trabajo. Parece lógico que cuando la Unesco decidió hacerla miembro de su Consejo Internacional de la Danza (CID), supuso para ella un salto hacia un ámbito más internacional en este sector. Por ello, no dudó en acudir en el verano de 2014 a Atenas al Congreso Internacional de la Danza, donde viviría sin saberlo, el mejor verano de su vida.

Era su primera visita en Grecia, a pesar de que deseaba conocer Atenas desde hace mucho. "Para mí fue muy emocionante, porque estaba deseando conocer Atenas y también porque además de bailarina, soy filósofa. Recorrerme toda la parte arquitectónica de Atenas era una manera de unir la filosofía y la danza", afirma Laura Llauder. Además, la bailarina destacó el impacto que le causó la ciudad que tanto ansiaba visitar. "Me impactó muchísimo la ciudad de Atenas, sus personas y el trato maravilloso que recibí de esa cultura. No pensaba que me iba a sorprender tanto", y añadió que el Partenón le dejó sin palabras.

Todos estos momentos de su verano los vivió en compañía de su hermana Elvia, a la cual describe como "una grandísima amiga. Es una persona muy especial para mí y viajar con ella y contar con su compañía fue algo que marcó mucho la aventura, a pesar de que también disfruto muchísimo viajando yo sola", explica.

El encuentro de danza era internacional. Además de conocer Atenas, la danzaterapeuta también hizo amistades de todas partes del mundo. "Te encontrabas con bailarines de la India, de Grecia, de Turquía, de EE UU? Era la representación de una de mis pasiones, que es la integración en todos los sentidos, desde el aspecto cultural, artísticoy social", afirma Llauder.

Concretamente, hubo una persona que marcó uno de los momentos más especiales de su aventura. "Lo conocí en el Congreso de Danza. Él era uno de los bailarines de la India y casi sin entendernos, de alguna manera, nos emocionamos porque ambos, aparte de bailar, nos dedicábamos a la parte social e integradora. También trabajaba cuidando a niños a través de la danza, desde muy pequeños", apunta la artista.

Llauder recuerda aquel instante en que se conocieron. "Me pareció muy emocionante esa unión. Es alucinante cuando encuentras a alguien y sin conocerlo de nada, sin el lenguaje, sólo mediante la danza y las miradas puedes llegar a conectar con esa persona", explica la coreógrafa, quien añadió que a día de hoy sigue en contacto con ese bailarín.

"Lo bonito de la danza, al igual que la música es que trasciende fronteras sin necesidad del lenguaje", resalta. Aquel congreso de Atenas, sirvió a la bailarina para "reconocer el recorrido que he hecho, y de alguna manera valorar aún más la danza". Además, Llauder apreció "la cantidad de personas que trabajan a nivel internacional en este ámbito y también en el social. Me pareció preciosa la filosofía del Congreso", indica.

Sobre si aquel verano de 2014 la cambió en algo, la bailarina, contestó sin miedo alguno: "es una pregunta muy bonita, porque el hecho de que los viajes te cambien es una manera de darte cuenta de que has evolucionado, y de que has crecido. Realmente sí que me cambió, fue como si todo lo que he ido haciendo durante toda mi vida recolocase su sentido en esos tres días".

De algún modo, el viaje sirvió a Llauder para unir dos de sus pasiones, la danza y la filosofía. "A veces, cuando estudiaba ambas cosas, la gente me decía: "pero ¿por qué no te dedicas sólo a la danza, o mejor a la filosofía? Como que tenía que decidirme", afirma.

Ante aquel verano de 2014, la bailarina decidió volver de nuevo a Atenas en dos ocasiones. Una para formarse en danza griega a través de clases particulares, y la otra para acudir de nuevo al Congreso Internacional de Danda, donde la bailarina reitera sentirse "como en casa".