Las altas esferas de ejecutivos están llenas de bajas pasiones, como todo el mundo sabe. Y eso siempre da mucho juego cuando se trata de abordarlas desde el humor. Lo más ácido posible si se quiere dar un toque de retrato sociológico y denuncia de la rapiña y el ajuste despiadado como deporte de moqueta empresarial. El problema de una película tan mal escrita y tramposa como "Despido procedente" es que se cansa de buscarle las cosquillas a los personajes en busca de una sátira bien engrasada para incrustar una variante de suspense con espinas dramáticas que descarrila de forma evidente. Si a eso añadimos que los chistes de gallegos y argentinos son el plato fuerte del menú y que ninguno de los actores parece muy cómodo su papel, aunque resuelvan la papeleta tirando de oficio, el resultado no puede ser más anodino por mucho que intente ir de original en unas escenas de acción absurdas.