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La difícil conciliación en verano

- Compatibilizar la vida familiar y laboral se complica durante las vacaciones escolares - Los especialistas gallegos recomiendan no sobrecargar de actividades a los niños

Dos niños, jugando en un parque infantil. // Reuters

Las clases han acabado y ante las familias se presenta un largo -para muchas, excesivo- periodo vacacional, durante el cual hay que buscar alternativas al horario escolar de los niños para poder cuadrar la agenda laboral con las vacaciones de los pequeños. Los abuelos y los campamentos de verano son prácticamente las únicas opciones que tienen los padres trabajadores para dejar a los niños mientras trabajan hasta que llega su mes de vacaciones.

A la hora de inscribir a los niños en un campamento de verano, la tendencia generalizada es hacerlo en uno que le sirva para reforzar o mejorar las habilidades adquiridas, por lo que su temática suele coincidir con actividades que ya realiza el niño durante el curso escolar: inglés, deporte, música... Sin embargo, los especialistas recomiendan escoger actividades que no tengan que ver con el currículo académico y no sobrecargarlos, es decir, encontrar el equilibrio entre descanso y estimulación del menor.

"Los niños llegan al final del curso muy agotados, les cuesta mucho concentrarse, y están inquietos y excitados. Lo que necesitan ahora es descansar y desconectar, por lo que cargarles con actividades es un error", advierte la psicóloga clínica Paula Martínez Figueiras.

Para esta especialista gallega, lo ideal sería que los padres pudieran reducir su horario laboral durante los meses de verano y contaran con una red de apoyo, es decir, con alguna persona del círculo social más cercano -abuelos, un tío, un amigo- que pudiera quedarse al cargo del niño mientras ellos no están o al menos durante una parte del día. Pero consciente de que esto no siempre es posible, la especialista recomienda escoger actividades que no supongan una continuidad del curso escolar y que permita a los niños descubrir qué les gusta.

"El niño necesita disponer de tiempo libre, entre otras cosas, para aprender a gestionarlo. El niño necesita tiempo para jugar e incluso momentos para no hacer nada. Los estructuramos tanto el tiempo que luego, cuando no tienen nada que hacer no saben qué hacer con ese tiempo. Y el niño tiene que aprender también a tolerar la frustración de no saber qué hacer. Si no, serán adultos que pensarán que todo en la vida es obedecer y trabajar", explica.

La psicóloga aconseja buscar actividades no relacionadas con las que ya realice el niño habitualmente durante el curso académico. "Es recomendable que se busquen actividades que rompan con el curso y si puede ser, que tampoco se desarrollen en el colegio donde va el niño para que así rompa de verdad con las rutinas y pueda disfrutar de nuevas experiencias", aconseja.

Para la especialista, los campamentos de verano centrados en juegos son una de las mejores opciones para compaginar aprendizaje con ocio. "No debemos olvidar que el niño no solo aprende con los libros. El juego es la forma natural de aprender que tiene. El juego estimula su lado más creativo, les enseña habilidades sociales, y a empatizar con los demás, a ponerse en el lugar del otro. Incluso es terapéutico porque a través del juego, el niño expresa sus miedos y sus inquietudes", explica.

Sin embargo, en muchos casos el juego está relegado a un segundo plano, ya que la agenda de los niños está tan sobrecargada de actividades como la de sus padres. "Los niños pasan ocho horas en el colegio y cuando llegan a casa tienen que hacer deberes. Muchos tienen, además, un montón de actividades extraescolares. No tienen tiempo ni para jugar ni para estar con la familia", asegura la especialista, que advierte de que esta sobrecarga puede provocar estrés y ansiedad en los pequeños.

De acuerdo con los datos del Instituto de Evaluación del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte correspondientes a 2016, un 90% de los estudiantes de enseñanza obligatoria (de 6 a 16 años) realiza alguna actividad extraescolar y algo más de la mitad de ellos desarrolla dos o más a lo largo de la semana. Deportes (72,8%), idiomas (28,4), música o danza (24,9%), dibujo o pintura (22,3%) e informática (21,2%) son las extraescolares más frecuentes.

Según la especialista, muchos padres aún creen que es más provechoso que el niño estudie que el que juegue. "Hay padres que sí tienen claro lo importante que es el juego para el niño, pero otros siguen pensando que primero hay que hacer lo que toca, y lo que toca es estudiar, y después si hay tiempo ya jugará. Pero lo que toca cuando se es niño es jugar porque solo se es niño una vez", insiste.

Para que los meses de verano sean provechosos para todos, la psicóloga recomienda por último aprovechar el buen tiempo y el mayor número de horas de luz para realizar actividades en familia al aire libre los fines de semana o después de la jornada laboral. Dar un paseo, salir a jugar al parque o pasar un rato en la playa son actividades fáciles de hacer y que puede suponer una oportunidad para estrechar lazos.

Paula Martínez | Psicóloga Clínica

"El niño necesita tiempo libre, entre otras cosas, para aprender a gestionarlo"

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