La villa de A Guarda lució de mil colores con las alfombras del Corpus. Destacó especialmente la de la Praza do Reló, considerada la más vistosa, aunque todas ellas recibieron el aplauso de los asistentes en un día caluroso. Anécdotas, historias, chocolate, café, bizcocho? forman parte de las tardes de los últimos quince días de las vecinas -muy pocos hombres trabajan en las alfombras guardesas- que mantienen viva una tradición antigua.

También en Baiona los vecinos del casco histórico cubrieron con tapices florales las calles por las que transitó la procesión, que arrancó desde la iglesia de Santa María tras la misa del mediodía.