Es la tercera vez que en los confines del desierto de Louisiana, un detector gigante da la razón a Albert Einstein en una de sus predicciones: existen las ondas gravitacionales (Premio Princesa de Asturias 2017 de Investigación Científica). "No tenemos prueba de que difiera de aquello que Einstein predijo; es 100% compatible con su teoría", resume el físico gallego Juan Calderón, de 29 años, que participa en LIGO desde 2011.

La primera vez que detectaron una onda gravitacional, el 14 de septiembre de 2015, el joven reconoce que se le pusieron los pelos de punta. Será una fecha marcada en la historia científica. Ahora, con la tercera onda corroborada, Calderón insiste en que demuestra "una población astronómica de agujeros negros binarios".

"Hay cien años detrás de desarrollo de teoría para predecir lo que debería de registrar el detector, luego construir un detector lo suficientemente sensitivo y luego, ver la señal y saber que es lo que se predijo", comenta este experto natural de la localidad de Silleda. "Es abrir una ventana totalmente nueva al estudio del universo; toda la Astrofísica que se ha hecho hasta ahora está basada en radiación electromagnética y esto es una fuente totalmente distinta", señala. "Estamos empezando a escuchar el universo, lo hemos oído tres veces", matiza el joven.

Con esta tercera detección, la comunidad científica comienza a tener evidencias de una población de agujeros negros de masa estelar y de sus propiedades, lo cual ayudará a averiguar cuales son los canales de formación de estos monstruos cósmicos.

Las ondas gravitacionales y los agujeros negros

Un agujero negro es una región del espacio-tiempo de la que nada, ni siquiera la luz puede escapar. Éstos nacen del colapso gravitatorio de estrellas masivas, una vez su combustible se agota. En ocasiones, es posible que dos agujeros negros formen una pareja y comiencen a orbitarse el uno al otro, en lo que se conoce como la fase de inspiral (o espiral hacia a dentro). Eventualmente, en la fase de merger (o fusión) ambos agujeros negros se unen en uno solo, provocando una enorme emisión de ondas gravitacionales. Tras esto, durante la fase de ringdown (o relajamiento) el agujero negro resultante se asienta emitiendo una señal similar a la producida cuando se golpea una campana.

Las ondas gravitacionales emitidas durante el proceso descrito permiten, entre otras cosas, estudiar posibles violaciones de las predicciones de la teoría de la relatividad general, como lo serían la existencia de un gravitón masivo o violaciones del No-Hair Theorem.