Mustafa tiene seis años y trabaja con su padre en una zona industrial de Bagdad (Irak), donde una cuarta de la población vive en la pobreza debido al conflicto que vive desde hace años el país. Mohamad es un refugiado sirio. Tiene 11 años y trabaja recogiendo cosecha en el valle de Bakaa, en Líbano. Uno de sus hermanos trabaja en una tienda de electricidad, otro es limpiador y otro trabaja recogiendo cebollas. Ali Ahmed Alsaidi tiene 15 años y es de Yemen, otro país que arrastra un largo conflicto bélico. "Deseo regresar a la escuela y ser piloto, una vez que la paz y la normalidad regresen al país", afirma este adolescente, que trabaja de soldador en Sana'a. Estos son tres ejemplos que la coordinadora autonómica de Unicef Comité Galicia, expuso en su intervención en el Auditorio Municipal do Areal como ejemplo de los 168 millones de menores que trabajan en el mundo.

Por su parte, Diana Rodríguez recordó la primera sentencia del mundo a favor de la protección de menores. "Este caso nos abre los ojos a lo desprotegidos que han estado y que están los niños", dijo. Está fechada en Nueva York, en 1872. La pequeña se llamaba Mary Ellen. Huérfana, fue adoptada por un matrimonio para servicio doméstico y abuso sexual. Fue hallada por una trabajadora social ensangrentada y con cortes, y la llevó a distintos juzgados para alejarla de su hogar adoptivo, sin éxito. "Pero no se podía hacer nada porque los hijos son propiedad de los padres, algo que aún lo seguimos escuchando ahora", dijo Rodríguez. Hasta que asumió el caso la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad Animal, que alegó que si Mary Ellen era parte del reino animal podía aplicarse la ley contra la crueldad animal y los padres fueron condenados. "Pero fue juzgada como un animal, y no como una persona", enfatizó.