-Este momento de profundo enfado social ¿es idóneo para que las empresas impulsen políticas de inversión socialmente responsable?

-Sí. Hay una crisis de confianza en instituciones y entre ellas están las empresas. Desde mi punto de vista, hemos mejorado porque esa crisis de confianza hace que las firmas entiendan que tienen que 'reganar', recobrar a sus clientes.

-¿Cuál es el origen del fenómeno de inversión responsable?

-Se remonta a los años 70, cuando un grupo de organizaciones de carácter religioso intentaron buscar marcos que les ayudasen a canalizar su patrimonio de acuerdo con sus valores (por ejemplo, con la doctrina de la Iglesia Católica). Eso ha generado a lo largo de los años y a base de perfiles éticos y dilemas morales de las empresas, una industria que ha ido analizando cada vez con más profundidad cuestiones que acabarán influyendo en aspectos que tienen impacto financiero.

-¿En qué consiste ese análisis?

-Realizamos un análisis basado en tres patas: el impacto ambiental de las compañías cuando operan; la parte social, que es vital para que la compañía no desaparezca; y la integridad y gobierno corporativo. Qué prácticas haces en la lucha contra la corrupción. Venimos de un mundo de enfoques muy éticos hacia un mundo en el que los inversores profesionales se han dado cuenta de que a base de manejar esta información generan oportunidades de inversión con menos riesgo. Por ejemplo, en el conocimiento interno por parte de los asesores para asegurar a los clientes que no tienen exposición a cuestiones que van en contra de sus valores o su ética. Por ejemplo, uno de cada dos fondos de inversión americana tiene exposición a armamento controvertido, como bombas racimo, minas anti persona...