El fin del reino nazarí de Granada, que puso fin a la presencia musulmana de siete siglos en la Península Ibérica, está en la raíz de las actuales tensiones entre el Islam y Occidente. Esta es la conclusión de la académica de la Universidad de Cambridge, Elizabeth Drayson, tras pasar tres años trabajando en su nuevo libro 'The Moor's Last Stand: The life of Boabdil, Muslim King of Granada'.

"Que Boabdil fue una figura clave en un momento crucial en la historia del mundo no se puede dudar: las actuales tensiones entre el Islam y Occidente tienen sus raíces en su reinado y en el reino que perdió. La posteridad cristiana lo ha tratado con desprecio y compasión, visto desde la perspectiva de los vencedores. Pero mi relato presenta el otro lado de la moneda, revelando que las cuestiones de violencia, tensión y compromiso entre musulmanes y cristianos eran tan urgentes como ahora", opina Drayson. Traicionado por su familia y socavado por las facciones y el conflicto interno, la derrota de Boabdil a manos del rey Fernando y de la reina Isabel simbolizó la transición que cambiaba la época de Granada del estado islámico al territorio cristiano. España estaba en camino de convertirse en el mayor poder en la Europa moderna temprana.

La victoria cristiana marcó la finalización de la larga reconquista cristiana de España y terminó siete siglos en los que cristianos, judíos y musulmanes habían vivido en su mayor parte pacíficamente y con provecho juntos, remarca la investigadora de Cambridge. "Cinco siglos después de su muerte, es oportuno considerar el impacto de su derrota entonces y ahora --agrega Drayson--. Boabdil era un hombre de cultura y de guerra: un intrigante, rebelde, padre, marido y hermano. Él era un rey, pero también el peón de los monarcas católicos.El fin del dominio musulmán en el corazón de España llegó a su fin el 2 de enero de 1492 cuando Boabdil entregó las llaves de la capital rabe al rey Fernando ya la reina Isabel. "Estas son las llaves del paraíso", dijo antes de abandonar la ciudad con su madre Aixa. Según cuenta la leyenda, cuando Boabdil se retiró al exilio, se dio la vuelta para mirar a Granada en una última y distante mirada, suspiró y se echó a llorar. Su madre, que tenía poca simpatía por su hijo vencido, le dijo: "Te haces bien, hijo mío, de llorar como una mujer por lo que no puedes defender como un hombre".

El "último suspiro" ha sido usado por los historiadores para menospreciar y disminuir el legado de Boabdil, ignorando, según Drayson, el inmenso sacrificio que él demostró al salvar a su pueblo de una cierta matanza a manos de los irrefrenables ejércitos de Fernando e Isabel que rodeaban Granada.