A Ana Oncina, el año 2017 la ha saludado con gratas sorpresas: el volumen tercero de su cómic 'bestseller' Croqueta y Empanadilla -publicada ya en Francia e Italia-; la publicación de una nueva revista de viñetas, Voltio, de la que es coordinadora; y su inclusión por Forbes en el listado de los 30 artistas jóvenes más influyentes en Europa. Sobre esto último, asegura que ha sido un reconocimiento "muy chulo, increíble. No me creo que Forbes me considere eso en la categoría de arte". Este sueño real lo vive estos días en Galicia donde presenta su última obra, ayer en Pontevedra y hoy en Banda Deseñada en Vigo, a partir de las 18.00 horas.

-En su libro, arranca con agradecimientos a Alex por dar historias cada día. Es una suerte tener esa fuente de inspiración en la pareja, pero ¿y si se agota un día?

-Hombre, alguna vez lo he pensado: "Madre mía, esto que está tan basado en nosotros...". Si se acabase la relación con él, no sé qué decisión tomaría pero es posible que acabase con la historia. Esta está muy ligada a nuestra relación y, quizás, no tendría sentido seguirla.

-Rara es la historia con la que el lector no se identifica. ¿Es esa la clave del éxito?

-Tocar temas de la cotidianidad que son autobiográficos contribuye a que la gente se sienta identificada con este humor que es tan blanco. Yo lo que intento es que el lector pase un buen rato. C roqueta y Empanadilla son unos personajes curiosos y eso es lo que a la gente le hace gracia.

-En una viñeta, Empanadilla - su alter ego - se pregunta si habrá "estado a la altura" y si fracasará con el nuevo libro. ¿Son temores reales?

-Siempre tienes esa duda de si será bueno, de si seguirá gustando. Con el primer cómic, yo pensé que era un proyecto tan personal que no le iba a interesar a nadie pero tuvo muy buena acogida. Pero llegar al cuarto libro (tres más uno especial de Navidad) es complicado y siempre tengo dudas. El punto de la inseguridad siempre está ahí.

-Pero de la primera entrega lleva ya 13 ediciones. Ya es hora de creérselo.

-Sí, después de tres años, la gente me sigue descubriendo. De hecho, el que más se vende es el número uno, con bastante diferencia. Los otros van muy bien, sobre todo el tercero que acaba de salir la segunda edición (la primera se acabó de imprimir en febrero).

-¿Le resulta difícil encontrar temas?

-El primer libro resultó ser muy autobiográfico y, a partir del segundo, tiré más de historias de amigos, de situaciones que veía por la calle. Eso lo intenté llevar a nuestro terreno, a cómo reaccionaríamos nosotros. He empleado dos años en hacer el tercer. Un año entero me lo tiré apuntando historias y, en el segundo, seleccioné. Creo que le he dado la calma y el cariño que quería darle al tercer libro. Por eso, veo una evolución gráfica y narrativa que necesitaba.

-En Historias difíciles , se ven los momentos 'complicados' de la pareja. Es difícil estar siempre atento al 100 por ciento al otro.

-Es cierto que en este tercer libro sí que se ve que la convivencia no siempre es fácil. Croqueta y Empanadilla siempre tienen buen rollo pero hay momentos en los que chocan. No lo pensé a propósito pero ahí está.

-Los libros han generado un universo de merchandising, donde incluso están los peluches de los personajes.

-Lo de los peluches fue algo personal. Me los hizo mi madre. A la gente, le gustó muchísimo y lo empezamos a hacer por encargo. También ofrecí pins y ahora estarán a la venta las carcasas para móvil. Una empresa se encargará también de la venta de libretas, agendas.... A ver qué tal es la respuesta.