El jardín funerario de hace 4.000 años hallado por un equipo de arqueólogos españoles en la colina de Dra Abu el-Naga, en Luxor (Egipto), conserva multitud de semillas "en perfecto estado", que, a la espera de un análisis, podrían ser de cilantro, berenjena, cebolla o melón.

El descubrimiento de este jardín funerario se dio a conocer este miércoles en El Cairo y hoy jueves el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha ofrecido más detalles sobre el mismo que, además de confirmar las costumbres funerarias en el antiguo Egipto, abre una pequeña ventana a la botánica y medio ambiente de la antigua Tebas.

Por las representaciones en las paredes de las tumbas, los investigadores sabían de la existencia de este tipo de jardines, pero nunca antes se había encontrado uno físicamente -se habían descubierto otros dos en Amarna y Nubia pero posteriores en el tiempo y relacionados con el hábitat y no con rituales funerarios-.

"Es la primera vez que la arqueología confirma lo que se deducía por la iconografía", ha confirmado en rueda de prensa José Manuel Galán, investigador del CSIC y director del proyecto Djehuty.

Se trata de un pequeño jardín o huerto rectangular, que estuvo elevado medio metro del suelo y dividido en cuadrados, en los que se mantienen las semillas "intactas" que se plantaron en su día.

Fue localizado en el patio abierto a la entrada de una tumba tallada en una roca, muy probablemente de la dinastía XII (2000 a. C), Reino Medio, -por sus dimensiones los investigadores creen que perteneció a un individuo de muy alto rango, aunque aún no saben quién. Luego la tumba fue reutilizada por otros y también saqueada-.

El jardín mide tres metros y está compartimentado en cuadrados de unos 30 centímetros y en una de sus esquinas se recuperó la raíz y el tronco de un tamarisco que aún se mantenía erguido (según las creencias del antiguo Egipto, cuando el difunto salía al exterior para disfrutar de las ofrendas esperaba en una rama de tamarisco).

Asimismo, hallaron un tazón con dátiles y frutos que pudieron entregarse como ofrenda.

Excelente estado de conservación

La "espectacular conservación" de las semillas puede deberse a que la entrada de la tumba se llenó de arena muy fina como consecuencia de una gran riada, según Galán, quien ha recalcado que ahora hay que analizarlas para saber exactamente qué son.

No obstante, a simple vista llama la atención lo que "creemos podría ser cilantro".

En este sentido, ha detallado que este se usaba mucho en la cocina, pero también por sus supuestas propiedades contra el veneno de las serpientes, tal y como lo explican los papiros médicos: en la tumba de Tutankamón se encontraron semillas de cilantro así que no es de extrañar que aquí también.

Las plantas de este jardín podrían asimismo tener un fuerte componente simbólico y un papel en los rituales funerarios. Se sabe que palmeras, sicomoros o perseas estaban asociadas con la capacidad de resurrección del difunto y plantas como la lechuga tenía connotaciones de fertilidad y por tanto de vuelta a la vida.

Otra posibilidad, según Galán, es que parte de lo allí plantado estuviera vinculado a las ofrendas; si es así, podríamos encontrar semillas de pepino, cebolla, berenjena, melón o sandía, "frutos o vegetales que sabemos se ofrecían regularmente a los muertos".

En cuanto a si las semillas podrían volver a germinar, Galán ha relatado: "me conformo con identificar las especies y recrear lo que pudo ser el jardín ritual y a través de eso hacernos una idea del clima o medio ambiente. Lo otro es de 'parque jurásico'; no sé si sería posible, no puedo contestar a esas preguntas".

Además, adosada a la fachada de la tumba con la que se relaciona por el momento el jardín, descubrieron también una pequeña capilla de adobe, con tres estelas o lápidas de piedra en su interior.