Las autoridades sanitarias calculan que alrededor de 17 millones de personas en el mundo están afectadas por la fasciolosis, una enfermedad parasitaria. España, junto a Italia y Portugal, es uno de los países que mayor número de casos concentra en Europa. Solo en el territorio español se estima que, cada año, acaban infestándose entre 400 o un millar de personas. El principal problema de esta dolencia es que acaba produciendo lesiones hepáticas importantes. Una investigadora gallega acaba de desarrollar dos tests pioneros en el mundo para el diagnóstico de la enfermedad.

La científica es Victoria Martínez (Compostela, 1987), que trabaja en la Universidade de Santiago (USC), desde donde también abre líneas de investigación que den pie a nuevos fármacos contra esta dolencia que también afecta al ganado. De hecho, desde la USC estiman que "en Galicia, un 16% de las explotaciones agrarias tiene más de la mitad de sus animales afectados por la fasciolosis".

Uno de los test es rápido y con solo una gota de sangre permite el diagnóstico en humanos en 15 minutos. El otro también vale para animales y analiza las muestras fecales.

Martínez explicaba ayer que "detectar la enfermedad es complicado porque los síntomas son muy difusos. Cuando ingieres el parásito que está adherido a plantas acuáticas o semiacuáticas, se desenquista en el intestino y sale una forma larvárea que lo atraviesa así como el peritoneo hasta llegar al hígado. A veces, no obstante, puede apartarse y afectar a otras zonas. Eso producirá desde dolor abdominal a inflamación en el hígado, urticaria o problemas respiratorios".

Sobre cómo llega al ser humano el parásito, la científica gallega indicó que "en países desarrollados, no sabemos cuál es la principal forma de transmisión pero normalmente se da al consumir plantas como berros o canónigos con el parásito, aunque también se podría adquirirse al beber agua contaminada o estar en contacto con forraje afectado y llevar las manos a la boca sin lavarlas...".

Por último, la investigadora gallega puntualizó que "existen pocos fármacos disponibles -menos de diez- pero solo uno, el triclabendazol es el único activo contra todas las formas del parásito (tanto la fase inicial como adulta). Los otros solo son activos cuando los parásitos adultos están en los conductos biliares. Mientras son inmaduros no hacen efecto. Lo interesante sería tratarlo lo antes posible para reducir el riesgo de lesiones". "Otro problema es que ya empieza a haber resistencias a los fármacos y el cambio climático está modificando la incidencia", añadió.