"Los niños necesitan jugar libremente, sin vigilancia, y no siempre en los parques, sino en las calles. Jugar es la experiencia más importante en la vida de una persona". Con esta filosofía el prestigioso psicopedagogo Francesco Tonucci invitó ayer en el Club Faro de Vigo a las ciudades a unirse a su proyecto "La ciudad de los niños", que reivindica el derecho de los menores a recuperar las calles, hoy en día ocupadas por los coches y pensadas solo para satisfacer las necesidades de los adultos.

Presentado por el profesor y escritor Xavier Estévez y ante un auditorio -en esta ocasión el del Centro Social Afundación- repleto de personas, entre las que había numerosas autoridades, profesionales de la educación y familias, Tonucci alertó sobre los peligros que conlleva la forma de vida a la que sometemos a los niños actuales, tan diferente a la de generaciones anteriores. "Cuando yo era niño, no había ningún entretenimiento en casa, para nosotros la vida era siempre fuera, que es donde estaban los amigos", recordó. "Ahora los niños pasan el día en el colegio, luego hacen múltiples actividades, deberes y solo les queda tiempo para ducharse, cenar y a la cama, además del tiempo que dedican a las pantallas, casi nunca para jugar y mucho menos solos en la calle", advirtió, al tiempo que insistió en que ese tipo de juego controlado no es verdadero juego "del que ayuda a formar la personalidad del niño".

VÍDEO | Así fue la conferencia del educador y psicopedagogo en el Club FARO. // Vídeo: Marta Clavero / Foto: J. Lores

Padre de tres hijos, el educador ha conseguido que miles de niños a partir de los 6 años, en todo el mundo, vayan solos al colegio aprendiendo en ese trayecto casi tanto como en la escuela. Todo comenzó en 1991, cuando Tonucci (Fano, 1940) convenció al Ayuntamiento de su ciudad natal para iniciar el programa piloto "Camino seguro", que instaba a los chavales a organizarse para ir juntos a la escuela. "Buena parte de los padres a los que se propone esta iniciativa creen que sus hijos no serán capaces, que podría pillarles un coche, que se despistarán... Y lo cierto es que en todos estos años no tenemos constancia de ningún accidente; los niños se comportan de manera muy diferente cuando están solos que cuando están con sus padres, y tenemos que darles la confianza para que aprendan a ser autónomos", considera el experto italiano. Además, indicó, "el juego en la calle es necesario para que los niños descarguen sus energías físicas; los que no pueden hacerlo desarrollan mayores problemas de atención", advirtió.

Tonucci puso especial relevancia en el Convenio de los Derechos del Niño, firmado en 1989 y que, lamenta, "es conocido a fondo por muy pocas personas". "Esta ley declara que los niños son ciudadanos desde su nacimiento y, si son ciudadanos, nuestro deber es reconocer su autonomía", advierte, mientras recordó que hasta ese momento se consideraba que los niños eran algo que "va a ser", no algo que verdaderamente "ya es".

El psicopedagogo se remontó al final de la II Guerra Mundial como el momento en que, destruidas las ciudades, "era necesario reconstruirlas y se tomó la errónea decisión de hacerlo pensando en un perfil único -adulto, varón, trabajador- y no para todos, incluidos los niños, los ancianos, las personas con discapacidad... estas categorías sociales han desaparecido y solo les hemos reservado unos espacios especialmente diseñados para ellos, como los parques, lo que, en realidad, es una clara forma de exclusión", denunció.

GALERÍA | Las ciudades felices de Francesco Tonucci. // J. Lores

Tonucci aboga en su proyecto por no invertir en esos "espacios excluyentes" sino en hacer las calles de las ciudades realmente seguras para todos los peatones. Puso como ejemplo a la ciudad de Pontevedra. "Su alcalde asegura que hace años me escuchó y que quiso hacer realidad estas ideas; se dio cuenta de que el espacio para los peatones en una calle de dos direcciones y con espacio para aparcar era mínimo y les obligaba a ir en fila india. Así, no dudó en hacer las calles de un solo sentido y en eliminar la zona para aparcar los coches, con lo que apuesta claramente por los peatones, les da una total prioridad, y así ha conseguido construir una ciudad verdaderamente democrática", alabó. El resultado, dijo, "es espectacular: las plazas vuelven a estar llenas de niños, que pueden jugar sin estar permanentemente vigilados, los mayores son felices haciendo vida en la calle, las personas en silla de ruedas pueden pasear, el tráfico se relaja... No poder jugar es un impedimento que una ciudad no puede admitir", zanjó, al tiempo que destacó que el suyo es un proyecto para "políticos inquietos" y comparó esta nueva filosofía con el tipo de ciudad que se describe en la Biblia "Jerusalén será llamada una ciudad fiel, en la que hormiguean los niños, que juegan en la plaza como símbolo de la ciudad y un lugar de encuentro entre generaciones".

Alabó también que Pontevedra sea una de las escasas ciudades europeas en las que está prohibido circular a más de 30 kilómetros por hora en toda la ciudad.

Durante el turno de preguntas, el público quiso trasladar sus opiniones y experiencias al conferenciante. Entre ellas, se hicieron palpables los miedos de la gente a que los niños salgan a la calle solos. "Las ciudades actuales son mucho menos seguras que las de hace años", comentaba una señora, a lo que Tonucci respondió que con este cambio de prioridades que él solicita para las ciudades "aumenta mucho la seguridad y los niños, al tener mayor automía, se hacen mucho más responsables".

El psicopedagogo italiano quiso terminar su intervención con una frase pronunciada por un niño: "Hay que cuidar el espacio público porque para muchos es el único", que recibió una larga ovación por parte del público.

"Los niños dicen muy claro lo que piensan y pueden ser incómodos"

  • La segunda parte, y no menos importante, del proyecto de Francesco Tonucci es la de promover la participación de los niños en las administraciones de sus ciudades. "Los alcaldes tienen que pedir a los niños su opinión y ellos proponen cambios; la experiencia tiene que resultar incómoda para que realmente se esté realizando de forma correcta", advirtió el psicopedagogo italiano. Tonucci considera que "los niños son competentes desde el primer momento; dicen muy claro lo que piensan y tienen capacidad de participar. Y no solo eso, desde 1989, con aprobación de la Convención de los Derechos del Niño, se decidió que los niños tienen derecho a expresar su opinión cada vez que se tomen decisiones que les afecten", recordó. En Roma, contó Tonucci, tienen ya una experiencia de 7 años en esta participación. El experto relató que, entre otras cosas, los niños pidieron al alcalde que cambiase la norma que dice "Está prohibido jugar en los espacios públicos". "El alcalde entendió que los niños tenían razón, que esa norma iba en contra de sus derechos. Más aún, dijo que iba a cambiarlo y que no solo iba a estar permitido el juego sino que los carteles deberían indicar que hay no solo que permitir, sino favorecer el juego en estos espacios. Sin embargo, finalmente no se hizo nada de esto; a veces los políticos son muy tontos", afirmó dirigiéndose de forma simpática a las autoridades que acudieron a la conferencia, entre ellos David Regades, primer teniente de alcalde del concello de Vigo, y Carmela Silva, presidenta de la Diputación de Pontevedra. Vergüenza generacional Tonucci confesó sentir "una enorme vergüenza" porque "somos la primera generación que estamos dejando a nuestros hijos una esperanza de vida menor que la nuestra; nuestros abuelos se mataron a trabajar para que nuestras vidas fueran mejores pero nosotros nos estamos preocupando solo de nosotros mismos y por primera vez hay una actitud de preocuparnos solo de nosotros mismos", afirmó, poniendo como ejemplo la escasa conciencia medioambiental: "Estamos tratando el medio ambiente como si fuéramos la última generación", admitió. Por otra parte, criticó la realidad de que "tan solo 62 personas concentran la riqueza de la mitad del mundo; creemos que habría que equilibrar la balanza pero hacemos lo contrario de lo que decimos", concluyó.