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CINE

El asesino impenetrable

Preparados para morir a manos de John Wick.

Nadie daba un euro por las primeras andanzas de John Wick. Se consideraba amortizado el fulgor de Keanu Reeves, el presupuesto era rácano y los directores eran desconocidos. Y la historia no daba mucho de sí: un asesino que vuelve a las andanadas de tiros por venganza. Bueno, pues aquella cosita que podía haber servido tanto para un roto como Seagal como un descosido como Neeson disfrutó de un inesperado éxito. Ahora las cosas han cambiado, hay legiones de devotos seguidores de Wick que jalean sus matanzas y le hacen ojitos a las miradas de serrucho de un Keanu Reeves que domina el arte de poner cada de nada. La película da lo que promete y solo quienes conozcan por primera vez al amigo Wick se pueden llevar una desagradable sorpresa. El guion cabe en la cabeza de un alfiler y se limita a seguir el procedimiento habitual en estos casos: un poco de intringulis dramático, asesinos por los que sentir simpatía (Reeves) o desprecio (todos los demás), alguna frivolidad solemne (la muerte de cierta mujer entre sangre, pólvora y agua) y, dejémonos de monsergas, acción desmadrada. Tan desmadrada que John Wick termina dando dos por uno: una película que va en serio y su parodia. La primera persecución de moto y coche (con una idea visual previa muy chula, dicho sea de paso) se modera un poco pero en cuanto entra en escena nuestro Neo sin sotana la pantalla se convierte en una sangrienta comedia en la que el antihéroe se dedica a matar a docenas de enemigos (premio para el que pueda contarlos a todos) que se supone deberían ser matarifes profesionales pero que se comportan como conejos que acuden en tropel, sin protegerse y disparando siempre tarde, para que John los vaya cargando metódicamente. Da igual el escenario: ellos atacan como pollos enloquecidos y él les vuela la cabeza (con regodeo, marca de la casa) cambiando de armas como quien se cambia de camisa. Hay momentos en los que es imposible contener una carcajada. Vamos, que es tal la barrabasada que divierte. E incluso hay una idea genial para una película de La pantera rosa: Wick y su enemigo disparándose con pistolas con silenciador rodeados de gente como si tal cosa. Lo que queda claro al final (salvemos ese instante en el que el protagonista está literalmente rodeado de miradas amenazantes) es que habrá una tercera entrega y que habrá docenas de tipos dispuestos a echarse encima del amigo John para que los vaya tachando a tiro sucio. ¿No oyen ya la picadora de carne arrancando?

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