A simple vista no parece la mujer tóxica, egoísta y despiadada que es en realidad. Alguien que considera marionetas de las que servirse a quienes se pongan por delante para luego apuñalarlas por detrás. La profesora Maria Drazdechova entra a trabajar principios de los ochenta a un colegio de Bratislava. El yugo soviético aprieta y ahoga, y quien se aprovecha de su alargada sombra de horror y amenazas puede convertirse en alguien con mucho poder al que temer, al que odiar.

La profesora pasa lista a sus alumnos y les pregunta cosas sobre sus familias. ¿Mera curiosidad? No, es una depredadora que está buscando información privilegiada sobre los padres. A ver de qué forma puede conseguir beneficios de ellos. Algunas de sus víctimas la favorecen por interés y sacan provecho de su esclavitud pero hay quien se rebela. Y dice: no. El intento de suicidio de una niña a la que la profesora hizo la vida imposible desencadena el conflicto. Los padres se reúnen. Descubiertos los lazos de la mujer con la bestia comunista, se debate si se pide que la saquen de allí o se queda.

Las miserias humanas salen a flote con toda crudeza. Toda una sociedad atrapada en un microcosmos de cobardías, corrupciones y derivados mientras en el exterior la inocencia de los niños sufre las embestidas de un mundo grenado. Incómoda idea: el "héroe" es, también, alguien con muchas zonas oscuras.

Extraordinaria Zuzana Mauréry al frente de una acongojante tragedia con aristas de farsa.