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"La guerra en Colombia se desarrolló en lo militar y lo cultural"

"Hace falta que la reconciliación se base en la verdad y en la reparación de las víctimas; sin miras a la represión"

Franklin Castañeda Villacob conversa con sosiego. Cuando tenía 24 años tuvo que abandonar Barranquilla: le habían secuestrado y querían hacerle desaparecer. Sin embargo, estar en el punto de mira de los paramilitares no le aminaló. Vive en Bogotá, cuenta con escolta y vehículo blindado. Participó en las Conversaciones de La Habana que lograron el final de una de las guerras civiles más largas de la historia de América. La pasada semana visitó España.

-El trabajo que realizaron en La Habana no consiguió la respuesta que buscaban por parte de los colombianos.

-Le voy a hacer una pequeña aclaración: la negociación en La Habana fue entre las FARC y el Gobierno colombiano. Los líderes sociales fuimos llamados en algunos momentos a participar de la negociación, fuimos consultados. Yo fui uno de ellos y, sin embargo, no soy parte: no soy miembro ni de las FARC ni del Gobierno. Actualmente, hago parte de un espacio que nace de los acuerdos de La Habana. Hablo de la Comisión Nacional de Garantías de Seguridad, que nace con un objetivo: el desmonte de los grupos paramilitares. Yo soy delegado de las organizaciones de derechos humanos en ese espacio.

-Pero imagino que el resultado del referéndum no le satisfizo.

-La derrota en el plebiscito sobre el plan de paz no fue un escenario nada fácil en Colombia. En mi país se creó un término para explicar lo que le digo: "Plebitusa".

-¿Y qué significa?

-La tusa es algo así como lo que sientes al día siguiente de haber bebido mucho alcohol.

-Una resaca.

-Eso, pero también lo que sientes cuando tu pareja te ha dejado.

-Otra resaca.

-Otra resaca, sí. Entonces, estaríamos hablando de la "plebiresaca": la desmotivación en que quedamos miles de personas que estuvimos promoviendo el plebiscito, pero fuimos derrotados.

-¿Y era preciso?

-No era necesario en términos jurídicos hacer la consulta, quizá sí en términos políticos y democráticos. Era una apuesta el poner a consideración de la sociedad colombiana las medidas que iban a cambiar la Constitución y las leyes. Por supuesto que fue una sorpresa que la sociedad colombiana dijera que "no", por muy poco, pero mayoritariamente dijo que "no" y ese resultado había que respetarlo. Creo que esto tuvo a su vez una respuesta positiva posterior: la movilización social que se dio. Millones de personas salimos a las calles a pedirle al Gobierno y a las FARC que no cesaran en el esfuerzo de finalizar el conflicto por la vía negociada. Así presionamos para una renegociación que tuvo como consecuencia negativa, digámoslo así, que el Gobierno y las FARC escucharan las nuevas propuestas y las incorporaran a los acuerdos. Esto, a la vez, dio al traste con algunas medidas positivas anteriores que contenían los acuerdos se debilitaron un poco.

-¿Por qué perdieron la votación?

-La guerra en Colombia no sólo se desarrolló en lo militar, también en lo cultural. Se preparó siempre a la sociedad colombiana para odiar a ese enemigo interno que representa la insurgencia en general: las FARC, el ELN. Y luego cinco décadas dándole al tema... Fue un grave error del Gobierno de Colombia promover el odio a las FARC. Otro error fue que no se iniciaron escenarios públicos de reconcialiación. Así era difícil que la sociedad entrara a respaldar la integración de las FARC para la sociedad. Esta es la principal razón. Luego hay otras: se hizo una campaña sucia, se mintió, se hizo una campaña para respaldar al presidente Santos y no a los acuerdos de la ciudad de La Habana.

-El M-19 entró en el parlamento. ¿Entrarán las FARC?

-Eran otros tiempos. Por supuesto que los acuerdos de La Habana consignan la posibilidad de que las FARC ingresen en el parlamento. A finales de los 80 y principios de los 90 varias guerrillas logran una negociación en Colombia, pero a la vez, se avanza en un proceso paramilitar que recrudece el conflicto y se recrudece todavía más con el plan Colombia. La confrontación militar se da, por supuesto, de manera más extrema y, en consecuencia, lo que sucede es que más gente de la población civil termina afectada. Hace falta un mayor impulso a la política de reconciliación en Colombia basada en la verdad y en la reparación hacia las víctimas, pero sin miras a la represión del contrario.

-¿Y es eso posible?

-Claro que sí, es posible. Pero no de un mes para otro. Para conseguirlo vamos a tener que ir avanzando poco a poco. Creo que se puede partir de varios temas: de la aceptación de responsabilidades de los crímenes. La semana pasada se acordó el nacimiento de la jurisdicción general de paz, aquellos tribunales en los que se juzgará a las personas que hubieran desarrollado grandes crímenes. La noticia de hoy mismo es que el presidente Santos ha firmado el decreto que crea la comisión de la verdad: la que averiguará no sólo el origen, también el desarrollo del conflicto. Si esa verdad se construye de parte de las víctimas alcanzaremos la paz duradera.

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