Familiares y amigos despidieron ayer en Alzira, con una cerrada ovación y en una emotiva homilía, a Adrián Hinojosa, el niño valenciano enfermo de cáncer que quería ser torero y que falleció la tarde del sábado.

A las puertas de la parroquia de Santa Catalina, y con visibles muestras de dolor de amigos y familiares, partía poco después de las cinco de la tarde el coche fúnebre que trasladó los restos de Adrián hasta el cementerio Municipal de Alzira.

Previamente y con la iglesia más importante y de mayores dimensiones de la ciudad abarrotada, el párroco Enrique Masiá aseguró durante la homilía que "Adrián vive, ha resucitado después de haber luchado por la vida contra una enfermedad terrible, y quería ser muchas cosas, hasta torero". Masiá emplazó a los presentes a "encontrarnos un día con él en la plaza de toros del cielo".