El teniente Almeida formaba parte del batallón del ejército portugués que tenía la encomienda de ayudar en su sublevación a los pueblos del margen derecho del Miño. Almeida era de la parroquia de Santa Eulalia de Cerdal, en Valença. Había conseguido el rango de teniente en una batalla importante contra los franceses en Portugal. Era un hombre con un concepto muy elevado de sí mismo y con poca capacidad para obedecer órdenes. Así lo describió ayer el historiador Antonio Giráldez.

"Por eso, en lugar de dirigirse al cerco de Tui, como le habían ordenado, apostó por ir hasta Baiona, y de ahí se fue hasta Oia hasta que el 18 de marzo de 1809 escribió a sus superiores que estaba en Vigo y que no cumpliría con su mandato porque 'eso me obligaría a dejar desamparado a Vigo'. Almeida anotó que había hecho fuego contra muchos franceses y que estaban muy mal comidos, algo de lo que tenía mucha culpa el alcalde de Vigo, Vázquez Varela", explicó Giráldez.

Almeida relata que está al frente de las negociaciones con los franceses, cuando en realidad su firma no aparece en la capitulación, donde sí están la del británico James Coutts Crawford, comandante de la fragata Venus, una de las dos que bombardean desde la ría amenazando a las fortalezas de San Sebastián y el Castro; la del capitán portugués Pablo Morillo, que sí parece que se hizo cargo de los términos de la negociación; y la del gobernador francés Chalot, quien tenía que rendirse y entregar la plaza.

"El ayuntamiento de Vigo tomó su propia decisión sobre Almeida. Le dimos el Escudo de Honra de la Reconquista y el honor de nombrar a la plaza más coqueta de nuestro Casco Vello con su nombre, allí donde hoy está el Instituto Camões", señaló el historiador.