Uno de cada 3.800 bebés nace en el mundo con déficit de hormona del crecimiento, un trastorno que, más allá de una talla baja, puede acarrear otras consecuencias físicas como un índice alto de colesterol y masa grasa, y uno bajo de la ósea y muscular, además de secuelas psicológicas y emocionales, según la presidenta de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica, Beatriz García.