"Es la experiencia la que te ayuda a controlar la tensión en los momentos clave, sobre todo cuando estás en urgencias. Con el tiempo consigues dominarte". Soli Bastos está en las ambulancias de Vigo desde el año 2005, primero empezó como ayudante y hace unos años que ya es la conductora.

Trabajó para el 061 y ahora se dedica a desplazamientos programados de pacientes. Es decir, que lleva a pacientes con diálisis y que van a rehabilitación. "Ahora puedo tener más trato con ellos, llevo a más personas mayores y la relación que se establece es diferente que con los jóvenes", explica la viguesa.

Ella decidió sacarse el carnet para conducir ambulancias con la intención de ayudar a los demás de la forma que podía. "Me gusta poder ayudar a los demás con mi trabajo", apunta, "creo que debe haber mujeres y hombres trabajando en la ambulancia porque muchas veces a la gente le cuesta abrirse y así hay opción a que se sientan más cómodos".

Bastos es madre pero ahora sus niños ya son mayores. El problema fue cuando empezó a trabajar porque los turnos de doce horas seis días seguidos le complicaban mucho conciliar. "Por suerte ahora se está mejorando en los turnos y las empresas van entendiendo más nuestras necesidades", cuenta. En su caso, el machismo lo ha percibido más de mujeres que de hombres. "Les choca que sea yo la que conduce si también va un hombre pero al final siempre me dan las gracias", señala.