"Preguntaban por la jefa, salía yo y me decían que dónde estaba mi marido. Mucha gente se quedaba parada cuando contestaba que no tenía marido. Al final, a base de un esfuerzo mío de no moverme me gané un espacio en la profesión", destaca Diana Pereira, la directora de Grúas Diana, que trabaja en el área de Vigo.

Lleva ya veintiún años como empresaria y decidió dejar que sus hijos, Andrea -que se quiere cambiar el nombre por el de su madre- y Antonio, sean los que "ejecuten" ahora las decisiones. "El año pasado les dije que les tocaba tirar a ellos, la verdad es que se han criado entre las grúas y, me emociono ahora al pensarlo, he conseguido inculcarles mi pasión por esta empresa", señala Pereira, que en los momentos críticos, además de en la procesión de San Cristóbal, se sube a la grúa para sacar adelante el trabajo. "Es que me siento gruera", apunta.

"Yo sigo emocionándome con mi trabajo. Le pedí a mis hijos que le inculcaran a mis nietos el amor a la empresa como yo hice con ellos, que vibran como sigo haciéndolo yo", asegura.