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Germán Labrador: "Internet es un mundo de las letras"

"Nunca se leyó tanto. La red no supone un empobrecimiento intelectual, sino una redistribución radical del conocimiento y una poderosa herramienta de mundos excluidos"

Germán Labrador. / FdV

El experto en historia cultural Germán Labrador trabaja en Alemania durante un año sabático concedido por la Universidad de Princeton -donde es profesor titular-. Allí dio la reescritura final a su nuevo libro, que saldrá a finales de este mes. En él aborda las relaciones entre contracultura e imaginación política en la transición española del año 78 al 86. Esta semana, Labrador viajó a Galicia para colaborar con un grupo de Historia de la Universidad de Santiago. "Con Vigo tengo una relación de nostalgia, porque con cuatro años me fui a Pontevedra. Me encanta por su espectacular caída sobre el Atlántico y conservo familia allí. Seguí con interés la lucha por la sanidad pública", revela durante una larga conversación en gallego.

- ¿Se ve distinta Galicia desde Alemania?

- Es más fácil ver los cambios desde fuera. Por ejemplo, hoy en día es más caro volar dentro de España -de Barcelona a Vigo-, que hacerlo de Madrid o Vigo a Hamburgo. Las rutas aéreas que unen la parte rica de la Unión Europea con las periferias mediterráneas son más baratas que las conexiones entre la periferia. Los aviones que sirven para mover el turismo del norte al sur, también mueven la mano de obra precaria desde el otro lado. Así que con la misma infraestructura de transporte se están organizando los flujos migratorios y los flujos de turismo de la Unión Europea. Eso es muy visible desde Alemania.

- Tuitear, hablar en 140 caracteres... ¿cómo está cambiando el fenómeno literario?

- No soy nada apocalíptico con las nuevas tecnologías. Lo soy con que cuando usamos Google estamos trabajando para darle información... Pero en términos literarios, las experiencias históricas demuestran que distintos tipos de tecnologías pueden convivir. La llegada de la imprenta no evitó que la gente siguiese escribiendo a mano, o que siguiesen recordando de memoria. La cultura oral y la impresa convivieron durante muchísimos años. Algo así está pasando con la literatura y lo que se denominan nuevas tecnologías. Nunca se leyó tanto como ahora y nunca antes hubo tanta información a disponibilidad de la lectura. Internet es un mundo de letras donde hay personas leyendo todo el día, cada vez más horas. Y no supone necesariamente un proceso de empobrecimiento cultural. Al revés, creo que supone una redistribución radical del conocimiento. Antes era algo privativo y ahora hay espacios comunitarios sin ánimo de lucro con cultura y lenguas para personas que de otro modo no tendrían capacidad de informarse. Pienso que internet en ese sentido acercó muchos mundos que estaban separados y es una poderosísima herramienta para mundos excluidos de la cultura.

- Luego está el negocio del Big data y el peligro de intromisión en conversaciones personales.

- El año pasado en EE UU se aprobó una legislación que obliga a todo el mundo a hacer en abierto sus comunicaciones por internet, porque existen programas que permiten navegar de un modo cifrado. Era el derecho a no ser espiado legalmente por los estados. Pero esa defensa de la privacidad en internet fue una batalla perdida. No solo todas las comunicaciones pueden ser intervenidas, sino que uno tiene que dar permiso para que lo sean. Si yo no puedo tener la seguridad de que mi conversación no va a ser espiada y no voy a ser perseguido por mis ideas, no sé si el espacio de internet es democrático.

- Pero usted no usa redes sociales, por ejemplo.

- Todo lo que significa Facebook, Twitter o Instagram no cabe en mi vida. Trabajo con dos cuentas de correo, dos horas como mínimo cada día. Además, creo que tienen mucho de exhibicionismo de lo cotidiano: estás siempre emitiendo convertido en tu propio manager, en un mundo en el que todos están convertidos en secretarios de sí mismos, en publicistas. Cada uno construye su marca personal y todo este lenguaje de autopromoción me parece terrorífico. Además de lo inquietante de que Facebook sea el propietario de tus fotografías, tu vida íntima y tus sueños...

- Yendo a su libro, ¿cree que la Transición está completa en España o cuáles son las ideas fundamentales de su investigación?

- La idea principal es dónde está la energía democrática a finales de los años 70. Hubo un ejercicio práctico de los derechos de la vida cotidiana. Una transición, como una crisis, puede no acabar nunca. Es una idea extendida que estamos volviendo al Franquismo y que algunos aspectos de la Transición como el bienestar social y los derechos básicos, como la libertad de expresión están siendo esmagados. Se percibe una involución en aspectos que configuran la democracia, como son los derechos de asociación, libre reunión y expresión. Y en ese sentido, tenemos un conflicto entre lo legítimo y lo legal, que es el conflicto clave de la transición democrática. La novedad del libro es demostrar con las voces de la época, de la gente que lo vivió, que lenguaje de la democracia no estaba del lado de lo legal, sino de lo legítimo. Por ejemplo, los últimos asesinados del Franquismo fueron ejecuciones legales, pero no fue un acto democrático. Es importante recuperarlos y en el contexto gallego, con el vigués Humberto Baena, muerto en el año 75.

- Usted criticó la carestía de las universidades americanas y el sistema de créditos en que se embarcan los alumnos. ¿Ve coincidencias en lo que viene para el sistema español?

- El estímulo más poderoso para que la gente joven de EE UU asuma créditos, que va a necesitar unos 10 o 15 años para pagar, es el miedo a ser excluido socialmente, a la pobreza. Un programa convencional para un estudiante puede suponer 47.000 euros al año. Es la burbuja universitaria, porque implica que el universitario tiene que vender su futuro para poder tener un futuro. Es la gran paradoja del modelo americano. Y se está exportando aquí, aunque con grandes diferencias entre comunidades. En Galicia están algunos de los sistemas menos gravosos del Estado.

- Es inevitable no reparar en Trump...

- Hay aspectos del "Trumpismo" que vienen de lejos. Otros que tienen que ver con la xenofobia, el militarismo y una dimensión típica del fascismo. Habrá una crisis migratoria con deportaciones y peligro de un "archipiélago Gulag". Con su antiecologismo, Trump representa pisar el acelerador en el precipicio del cambio climático.

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