La facilidad de cría -logran obtener miles de ejemplares nuevos cada semana- y la transparencia característica del pez cebra mientras es una larva convierten a este animal en un ayudante perfecto para observar las vías moleculares que regulan la respuesta inflamatoria. Su respuesta genómica es muy similar a la de los humanos, por tanto, el Grupo de Inmunología y Genómica del Instituto de Investigaciones Marinas (IIM) de Vigo ya lleva más de diez años trabajando con este pez.

Ahora, tras un exhaustivo análisis de la respuesta del animal, certifican que es un modelo adecuado para estudiar los procesos inflamatorios en humanos. "Se confirma que la respuesta genómica del pez cebra reproduce el proceso inflamatorio de los mamíferos", asegura Beatriz Novoa, responsable del estudio junto a Antonio Figueras. Un trabajo que dio lugar a una tesis doctoral de Gabriel Forn-Cuní.

El pez cebra se emplea como modelo del mismo modo que el ratón y la mosca. "El uso del pez cebra se está incrementando más y más para estudiar las enfermedades humanas como el cáncer, tuberculosis, Alzhéimer o Parkinson", explica Novoa.

Este grupo del IIM vigués, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), trabaja en inmunología comparada y estudia la inflamación, "la respuesta innata, es decir, la reacción frente a algo que se considera como no propio produciendo la inflamación". "Quisimos comparar, tal y como se había hecho en ratón, si el pez cebra era un modelo válido para estudiar las enfermedades inflamatorias humanas. Recopilamos todas las bases de datos disponibles de trabajos científicos para ver, a nivel molecular, qué expresión génica tenemos cuando se produce una inflamación en humanos y qué reacción teníamos nosotros con nuestro pez al aplicar los mismos estímulos inflamatorios. Comprobamos que la correlación es muy fuerte y que, por lo tanto, se puede utilizar como modelo de enfermedades inflamatorias humanas", describe la científica viguesa.

Estos resultados, publicados en la revista Scientific Reports, del Grupo Nature, fueron obtenidos en el marco de los proyectos Aquagenomics y Trainedfish, financiados por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad.

"El pez es un vertebrado, tiene una respuesta inmune completa y eso nos permite utilizar las ventajas que nos proporciona esta especie, que en muchos casos son mejores que las del ratón. Por ejemplo, mientras son larvas son completamente transparentes y podemos marcar las células in vivo y ver cómo evolucionan ante un patógeno concreto, observar la migración de las células inflamatorias hacia un estímulo como una herida... podemos hacer un montón de cosas que con el ratón son complicadas", argumenta Novoa.

El pez cebra se está utilizando por algo, y es que pueden tener puestas de cientos de crías ya que su reproducción es muy sencilla. Además, en muchos casos los investigadores trabajan todavía con el pez en estado de larva, cuando es transparente, y en esos momentos todavía no tiene las limitaciones éticas que sí tienen que respetar en otros animales.

Cada vez se presta más atención a la inflamación como respuesta innata del cuerpo. Se le prestaba poca atención en inmunología por su apariencia inespecífica pero ya está demostrada su vinculación con la respuesta adaptativa y producción de anticuerpos o con enfermedades como el cáncer y las patologías neurodegenerativas. "El problema viene cuando se produce un exceso de inflamación que el cuerpo no es capaz de frenar y se provoca un choque séptico. Entonces ya no te mueres por la bacteria que te afectó inicialmente, sino por un proceso de inflamación que genera un fallo multiorgánico. Nuestro trabajo consiste en analizar las bases moleculares de esta respuesta estudiando los genes que se expresan en el proceso inflamatorio", detalla la científica viguesa.