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GALLEGOS EN LA CIMA

"La técnica solo impresiona un rato; la meta es que la música lleve lágrimas a los ojos"

Fabio Álvarez: El pianista ourensano cursa un máster en la internacional Escuela de Música de Manhattan

Fabio Álvarez, ante su escuela en Manhattan.

Sus semanas carecen de domingos desde que se convirtió en el director musical de la United Moravian Church de Nueva York, responsabilidad que combina con sus estudios de máster en la Escuela de Música de Manhattan, un centro en el que conviven alumnos de más de 50 nacionalidades y en el que se graduará en mayo tras realizar los exámenes y un concierto en el que ha querido incluir música española y también la pieza Galician Folk Dances del compostelano Octavio Vázquez. Hasta entonces, Fabio Álvarez (Trives, 1988) vive a un ritmo intenso para alcanzar su meta, convertirse en un gran pianista y pedagogo.

"La relación con la ciudad es de amor-odio. Es una suerte estar aquí y la experiencia es increíble pero el máster es muy exigente y trabajar y estudiar al mismo tiempo a veces resulta duro. Hay oportunidades, pero al mismo tiempo te mueves con gente de mucho de nivel de todas partes del mundo. Hay días en los que todo se te viene encima y piensas en lo bien que se vive y se come en Galicia", comenta entre risas.

Llegar a la Gran Manzana hace casi dos años no fue fácil. Fabio consiguió la plaza tras acabar sus estudios en Musikene, el Centro Superior de Música del País Vasco, pero pidió que se la reservasen un curso para poder recaudar el dinero necesario mediante una campaña de crowfunding. Más de 60 mecenas privados cuyos nombres aparecen en su web -fabioalvarezpiano.com- y tres fundaciones -Gondra Barandiarán, Cum Laude y Fidah- lo hicieron posible: "Siempre tuve en mente marcharme a una gran ciudad para poder crecer como músico y persona. Y he tenido la oportunidad de agradecer todo este apoyo con dos conciertos en el Liceo de Ourense y en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao".

Su tutor es el reconocido pianista y profesor Phillip Kawin, pero el claustro de la escuela incluye a destacados profesionales en cada una de las áreas, algunos de los cuales forman parte de instituciones como la Filarmónica de Nueva York o la Ópera Metropolitana. "Aprendes tanto de ellos que es imposible no querer seguir mejorando", asegura.

Hasta mayo, la agenda del ourensano está repleta de exámenes, conciertos y de su trabajo en la iglesia. Después se centrará en preparar las exigentes pruebas para lograr su admisión en el doctorado, donde profundizará en la música clásica, pero también en contemporáneo o acompañamiento vocal. Y también planea una gira internacional en 2018 que lo llevaría a Argentina, Francia o Reino Unido y en la que le gustaría incluir el Teatro Principal de Ourense, donde nunca ha actuado.

"En el mundo de la música es muy difícil dedicarte solo a la interpretación y me gustaría compaginar la docencia con las giras", apunta. Fabio aspira a ser un buen docente, algo que alcanzan aquellos que transmiten su conocimiento y también aprenden de sus alumnos: "Admiro a los genios que enseñan con humildad. El que vive encaramado a su piano y le gusta que le adoren no suele ser buen profesor".

Asegura que dedicarse a cualquier arte "es peligroso para el corazón porque pones toda tu vida en ello" y muestra su disgusto ante la competición mal entendida. "No puedes decir que Van Gogh pinta mejor que Picasso, sino si te gusta o no. La técnica impresiona un rato, puede ser asombrosa, pero acaba aburriendo. Solo es un vehículo para la meta final, hacer que la gente sienta alegría o llevar lágrimas a sus ojos. Pero que nunca se queden indiferentes. Y eso no se puede medir", reflexiona.

Así que compararse con otros músicos es "un sinsentido". La clave, asegura Fabio, es la "constancia y la dedicación": "Siempre habrá gente mejor que tú, pero tienes saber qué te diferencia y potenciarlo. Con humildad y trabajo las oportunidades aparecen".

Y en su caso lo que le distingue es precisamente la capacidad de transmitir. "Antes de tocar explico las obras para poner a la gente en situación. Hay quien piensa que la música clásica solo es para expertos y que requiere vestirse de gala. Ni mucho menos, solo hay que disfrutar".

Un mensaje que en un país con escasa cultura musical como el nuestro resulta aún más difícil de trasladar. "El problema está en la educación. La lengua y las matemáticas son importantes, pero también la música y el resto de las artes. Sin embargo, se ven como algo secundario. La cultura es lo que define a un país y el Gobierno debería de fomentarla", reclama.

A Fabio la pasión por la música le llegó a través de su madre. Fue ella la primera que se matriculó en la escuela de Trives y le mostraba en casa lo que aprendía. "Después fuimos compañeros en alguna clase, hacíamos los deberes juntos y a veces me pedía que le dejase copiar", bromea. Desde su pueblo natal dio el salto a Ourense, de allí a San Sebastián y después a Nueva York, "Uno tiene que tener claro lo que quiere y así cada día estás un poco más cerca", sostiene.

La Gran Manzana, donde prevé seguir viviendo los próximos años, es una excepción dentro de EE UU en materia de inmigración y se muestra beligerante con las políticas de Trump: "Vetar la entrada en el país es inhumano, pero asusta que haya gente que esté de acuerdo. Desgraciadamente alimenta ese odio, pero al mismo tiempo muchos están luchando para que la situación sea distinta".

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