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Carlos Fernández Salinas: "En España el salvamento marítimo es de Champions; lo que mata es la fatiga"

"Me parece muy injusto el estereotipo que ha habido siempre del marino, con una mujer en cada puerto, cuando siempre han sido personas entregadas a su familia"

Carlos Fernández Salinas. // Reproducción del libro "Los marinos prudentes leen las olas entre paréntesis"

Carlos Fernández Salinas es hijo, nieto y ahijado de marinos. Tras varios años navegando, trabaja como responsable de la formación de los controladores de tráfico marítimo de España en el Centro de Seguridad Marítima Integral "Jovellanos", de Veranes (Gijón). Es experto, asimismo, del IALA, organismo internacional con sede en París que reúne a los responsables nacionales de las ayudas a la navegación.

Es autor de "Los marinos prudentes leen las olas entre paréntesis", su primera novela, con la que ha recibido el XII Premio Eurostars Hotels de Narrativa de Viajes. La obra narra el viaje físico del joven Darío a bordo de un barco mercante huyendo de una infancia marcada por el abandono de su madre, que se dio a la fuga con su cuñado cuando Darío era un bebé, pero es también la historia de un pueblo con personajes que conducen a un mar de historias, viajes imaginados y lugares que, en ocasiones, recuerdan a la historia personal del autor.

-¿Cómo fue el salto de marino a escritor?

-A mí lo que me gustaba era la música. En casa tenía un pequeño estudio de grabación, me gustaba experimentar pero cuando iba a nacer mi segundo hijo se fue todo a un trastero y comencé a escribir en un pequeño ordenador, que para eso sí había espacio. Entonces escribía en manuales técnicos pero me costaba un esfuerzo tremendo así que me apunté a un taller literario con Laura Castañón y me enganché. Tuve una suerte muy grande. La obsesión de todos los escritores es tener algo publicado pero nunca tuve esa presión porque para entonces ya había publicado "Los abordajes de la mar". Así que me fui al relato corto. Pero parece que si no escribes una novela no se valora el trabajo.

-¿Cuáles son sus referentes literarios?

-Borges, sobre todo. Es un autor que o lo odias o lo amas. No escribió un solo relato malo. Y para mí es muy importante, porque valoro más la obra que el autor. En novela son impactantes "El corazón es un cazador solitario", de Carson McCullers; "El rumor del oleaje", de Mishima o "Pedro Páramo", de Juan Rulfo.

-La suya es una novela ambientada en el mundo de la mar, ¿no concibe la narrativa sin ese trasfondo?

-En relato corto he escrito sobre otras temáticas pero aquí el tema de la mar llama mucho la atención y aunque sea un 10 por ciento de la novela se me identificará por ello. En toda mi familia ha habido marinos y desde muy niño he estado relacionado con este mundo. También me gusta tratarlo porque me parece muy injusto el estereotipo que ha habido siempre del marino, con una mujer en cada puerto, de carácter brusco? La realidad es muy distinta. Los marinos han sido siempre personas entregadas a su familia.

-¿Su experiencia a bordo?

-En el barco las conversaciones giraban casi siempre en torno a los hijos, a la familia que estaba lejos? El 95 por ciento del salario era para ellos. Se ve también en los pescadores. A veces van vestidos de cualquier manera para que su familia viva a todo tren. Lo más terrible de los últimos años, además de la reducción de los recursos humanos y el abuso de banderas de conveniencia que generan mucha incertidumbre, es que un 80-90% de las plantillas no tiene una perspectiva laboral segura.

-¿Ha mejorado la seguridad marítima respecto a esos años?

-La evolución ha sido espectacular. Hace 20 años, los náufragos del "Gure Uxua", rescatados en la costa asturiana por el equipo del "Helimer " hace dos semanas habrían fallecido. Fue un acto heroico increíble por las circunstancias en las que los sacaron. Pero hace años eso no existía, era ciencia ficción. En toda la costa española, la seguridad de tierra a mar ha evolucionado a mejor.

-¿Qué queda por mejorar?

-A nivel de practicaje, control de tráfico marítimo y salvamento en estamos a niveles de "Champions". Lo que mata hoy en la mar es la fatiga, la cantidad de horas que llevan las tripulaciones en un medio inhóspito con una sensación de peligro siempre presente y la presión comercial de estar cuanto menos tiempo amarrados en puerto. Eso ha aumentado a niveles espantosos aunque a nivel de seguridad hay más garantías de sobrevivir.

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