El Thalassa va a ser sacado a flote. Aunque será de manera simbólica, ya que los restos de este precioso yate, destrozado por la fuerza del temporal contra los bajos de Cabo Silleiro en la madrugada del 1 de enero de 1949, nunca fueron recuperados. Pero un artista del modelismo naval, experto como nadie en el oficio de recrear a escala minuciosamente los detalles de los más diversos navíos, se ha embarcado en el ambicioso proyecto de dar forma a la malograda embarcación que, salvo contratiempos, verá la luz en la primavera de 2018. El encargado de este proyecto es José Rodríguez, todo una acreditada referencia en el mundo del maquetismo de barcos. Rodríguez, que dedica 10 horas diarias a su pasión, fines de semana incluidos, pertenece a la Asociación de Modelistas Navais de Galicia, quien entre otros cursos, desarrolla uno en la actualidad en el Museo del Mar de Galicia dedicado a impartir conocimientos para la construcción de dornas.

La maqueta del Thalassa como el barco original, y su eslora rondará los dos metros. Contará con iluminación interior, de intensidad proporcional a la escala del barco y su construcción se llevara a cabo a partir de los planos originales de la embarcación que se guardan en un museo de Canadá, país de origen del Thalassa. Una vez presentada la obra, quedará expuesta permanentemente en el Hotel Talaso Atlántico, en Oia.

La historia del Thalassa todavía es recordada hoy con gran emotividad, ya que al drama de la pérdida de 14 de las 15 personas que iban a bordo por una parte, mantuvo expectante por otra a toda la población de la ría, al saberse que la única superviviente del naufragio había sido una niña, Arnhild, de 9 años de edad. "La niña del 'Thalassa", como se la sigue recordando, vive hoy llena de energía, buen humor y ganas de vivir nuevas experiencias, a pesar de los achaques que le suponen sus 79 años. Durante los últimos cinco, Arnhild, que se muestra entusiasmada con este proyecto, ha visitado Baiona y Vigo en tres ocasiones. Y no serán las últimas ya que a la nueva visita que tenía planeada para los próximos meses y que ahora tendrá que reconsiderar, se une, la ya segura que hará en poco más de un año para asistir a la presentación de la maqueta y a una ofrenda floral que se prevé organizar en el lugar del naufragio.

El Thalassa había llegado a la ría de Vigo en las navidades de 1948, tras un complicado viaje desde Noruega, con 15 personas a bordo que se dirigían a las islas Galápagos, donde los viajeros tenían previsto establecerse al amparo de la incipiente industria del pescado en salazón y en conserva que años atrás había fundado una colonia de noruegos en la paradisíaca isla de Santa Cruz. Tras descansar unos días y aprovisionarse de víveres, el Thalassa soltó amarras del muelle del Real Club Náutico vigués en la mañana de aquel fatídico 31 de diciembre, con las islas Canarias como siguiente destino. Al abandonar la ría, un fuerte temporal obligaba a sus ocupantes a virar en redondo y regresar a Vigo. La noche se había echado encima y las luces del barco serían vistas por marineros de Baiona y Oia, aunque por poco tiempo ya que el yate acabaría siendo arrojado por el temporal contra los bajos de Punta do Lobo, al pié del antiguo faro de Silleiro. Solo Arnhild sobrevivió, perdiendo en el naufragio a sus padres y a sus dos hermanos.

Con este proyectado homenaje, la historia del Thalassa cubre un nuevo capítulo que a buen seguro no será el último, como asegura su pasajera más afortunada.