Un equipo internacional liderado por la Universitat Jaume I de Castellón demostró que el cerebelo, al contrario de lo que se pensaba, cumple funciones que van más allá de la esfera motora y puede ser corresponsable de las alteraciones cerebrales asociadas al consumo adictivo de drogas. Las conclusiones supondrían un paso adelante hacia el diseño de nuevas terapias.