A Fátima le extirparon sus genitales cuando tenía cuatro años porque la tradición de la etnia de su padre así lo exigía, pero hoy pide no juzgar a los hombres, ya que lo fundamental es informarles con "respeto" de lo que realmente supone la mutilación genital femenina para la salud física y psicológica de las víctimas.

"En los talleres de formación se ve que no conocen lo que es porque la comparan con la circuncisión", explica Fátima Djarra, que trabaja como mediadora africana de Médicos del Mundo para tratar de prevenir este problema. Para Fátima, que ayer participó en la presentación de una plataforma europea de formación online para más de 5.000 profesionales para erradicar esta lacra, es esencial "cambiar la mentalidad de los hombres", que son los que, en última instancia, deciden si se practica o no a sus hijas.

"Pero siempre desde el respeto, no juzgándolos, porque no saben lo que es, ni lo que cortan o no cortan a la mujer", aseguró antes de explicar cómo en los talleres que imparte su ONG se les incentiva "a mirar, conocer y descubrir" los genitales femeninos. Solo así pueden darse cuenta de que "si una mujer llora durante la relación sexual es porque le duele, o si está impedida para parir hijos es porque no puede, no porque Dios viene a decir que está muy mal".

No obstante, también las mujeres requieren de formación, puesto que entre ellas mismas "es un tema tabú". Cuando se les intenta hablar de ello y de los riesgos para su salud, su reacción al principio "es de rechazo", así que la estrategia empieza por darles información sobre salud sexual reproductiva, planificación familiar y sobre su propio cuerpo.