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Gallegos en la Cima

Marta Piñeiro: "Ninguna empresa o país pueden resolver por sí solos los grandes problemas de salud"

Dirige la unidad de Innovación Abierta de Descubrimiento de Fármacos de la multinacional Lilly desde Indianápolis (EE UU)

La gallega Marta Piñeiro.

La primera insulina comercial surgió en 1923 de la colaboración de Eli Lilly and Company con científicos de la Universidad de Toronto después de que el entonces presidente de investigación de la farmacéutica los escuchase en una conferencia. Casi un siglo después, Marta Piñeiro (A Coruña, 1968) dirige desde la sede central de Indianápolis la unidad de Innovación Abierta de Descubrimiento de Fármacos (OIDD), una plataforma colaborativa que une a la multinacional estadounidense con científicos de más de 400 instituciones en 30 países para avanzar en el conocimiento y, en los casos más prometedores, contribuir al desarrollo de nuevos medicamentos.

La apuesta por la innovación es un "orgullo" que distingue a esta compañía nacida en 1876: "En nuestros 140 años de historia, Lilly ha hecho importantísimas contribuciones al campo de la medicina. Hoy por hoy, en el ámbito científico ya no es posible trabajar aislado. El mundo es cada vez más pequeño y las colaboraciones son comunes porque ninguna empresa ni ningún país pueden resolver por sí solos los grandes problemas de salud como el cáncer o el alzhéimer. Hasta hace poco, era muy difícil implementar esta mentalidad en el sector farmacéutico debido, entre otras cuestiones, a la importancia de la propiedad intelectual. Sin embargo, en las fases tempranas de I+D esta preocupación toma un segundo plano con respecto a los avances en el entendimiento de los sistemas biológicos. Aunque esto no quiere decir que no protejamos la información de nuestros colaboradores. Lo primero es el conocimiento de la enfermedad y el desarrollo de herramientas clínicas, la competitividad y las ventas vienen después."

Con esta filosofía, la OIDD brinda a los investigadores la oportunidad de acceder a las infraestructuras, compuestos y ensayos biológicos de Lilly. "Siempre proporcionamos a nuestros colaboradores un valor añadido. Pueden utilizar los resultados que generan con nosotros para publicar artículos científicos y elaborar propuestas de proyectos. Y si alcanzan conclusiones interesantes iniciamos otro tipo de mecanismo de colaboración con incentivos adicionales. Esto es lo que nos diferencia de otras empresas que practican innovación abierta, ya que ellas eligen las iniciativas que les interesan desde el principio. Nosotros apostamos por una investigación a fondo perdido y nos enfocamos en seleccionar los mejores resultados", explica Marta.

La plataforma de OIDD goza de gran éxito en toda Europa y en nuestro país, donde Lilly cuenta con uno de sus seis centros externos de I+D y suma 31 entidades colaboradoras, entre ellas, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas o las universidades de Salamanca, Complutense, Barcelona y Santiago.

"Viajo bastante a España. Nuestros equipos de investigación trabajan con muchos grupos punteros y entre los gallegos cabe destacar a figuras líderes como Ángel Carracedo y Mabel Loza, de Santiago. También hemos visitado las universidades de A Coruña y Vigo pero todavía no ha surgido ninguna colaboración de seguimiento. Es posible que tengamos que volver a convencerlos. Me encantaría que se animaran a estudiar con nosotros el potencial terapéutico de sus compuestos extraídos del océano", propone.

Marta destaca la calidad de los científicos españoles, aunque opina que falla la transición entre el mundo académico y el industrial. "La investigación es relevante, pero en ocasiones no he podido trabajar con profesores por obstáculos burocráticos ridículos. Los científicos tienen pocos incentivos y no se apoya suficientemente a los emprendedores, aunque debo decir que me han impresionado los responsables de esta área en la Xunta", reconoce.

Lilly comercializa en 120 países productos en las áreas de dolor, oncología, neurodegeneración, inmunología y diabetes. En su historial figuran la primera vacuna contra la polio y el Prozac y suma 41.000 empleados en todo el mundo, más de 8.000 de ellos dedicados al I+D.

Marta se incorporó a la empresa como química médica en 1997. Antes había realizado una estancia en Wyoming con una beca de intercambio como alumna de la facultad compostelana de Química. Su idea era regresar pero le ofrecieron a realizar el doctorado en Indiana, después conoció a su marido y ya lleva casi tres décadas en EE UU.

Desde que asumió la dirección de la OIDD, su trabajo es de gestión y no de laboratorio pero no echa en falta la bata blanca. "El programa está estrechamente vinculado a las tendencias científicas más punteras y hablamos con los investigadores día a día. Soy una especie de puente y, a veces, también de intérprete entre ellos y los expertos legales de la empresa. Son dos mundos distintos y he escuchado muchísimas veces que lo que proponemos no se había hecho nunca. A veces, siento que hago una labor de apostolado tanto fuera como dentro de la empresa para demostrar que es posible el equilibrio entre el respeto por la propiedad intelectual y la apertura a las colaboraciones. La unidad echó andar como un experimento en 2009, fuimos creciendo y hoy una gran mayoría de los proyectos externos de nuestra división pasan por aquí", subraya.

Los científicos de EE UU miran expectantes a la Administración Trump. "Tengo un escepticismo observante. Mi marido y yo educamos a nuestros hijos como españoles y americanos y les digo que una de las cosas de las que deben estar orgullosos como ciudadanos estadounidenses es del respeto por las instituciones públicas que existe en este país. Desde que llegué en 1990, nunca había visto una división de opinión tan marcada, pero hubo una cesión pacífica de poder, con la presencia de cuatro expresidentes en la toma de posesión", recuerda.

Mientras tanto, la comunidad científica, que es "global e internacional", apunta, "seguirá construyendo puentes y tirando paredes": "La vida sigue y soy parte de una misión más grande que yo, la de mejorar la calidad de vida y las expectativas contra la enfermedad. No conozco mejor esfuerzo en el que poder invertir mi vida profesional".

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