"En cuanto me siento en el coche estoy bien". Heidi Hetzer lleva desde 2014 recorriendo el mundo sobre las cuatro ruedas de Hudo, su coche, al que llamó así tras fusionar la marca del auto, un Hudson fabricado en América en la década de 1930, con el nombre de su anterior dueño, Udo, que lo condujo durante treinta años hasta que falleció y su familia lo puso a la venta en internet, de donde lo rescató esta alemana que roza los ochenta años y decidió enfrentarse a una aventura internacional tras vender su concesionario en Berlín.

"¿Mamá, qué vas a hacer ahora?' me dijeron mis hijos cuando ya no tenía a dónde ir a trabajar. Y lo único que se me ocurrió fue responder: 'Conducir'. Siempre había corrido rallies como aficionada y pensé que podría conducir y conocer mundo", explica la alemana, que llegó a Vigo el pasado lunes tras viajar durante tres semanas con su coche como única pasajera en un gran barco de contenedores al que se subió en Ciudad del Cabo (sur de África).

Aunque su atención estos días está centrada en poner a Hudo a punto tras su estancia africana, Hetzer recorrió el Casco Vello, el Berbés, la alameda, el Paseo de las Avenidas... "Me gusta mucho que la ciudad sea como en dos alturas, está la zona del puerto, muy bulliciosa, y después el resto ya más tranquilo", cuenta. Hoy tiene planeado visitar Santiago, allí se encontrará con un equipo de la televisión alemana que quiere documentar sus últimos días de viaje de vuelta en Europa.

Turquía, Irán, Azerbaiyán, China, Laos, Tailandia, Malasia, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, Perú, Argentina... Hetzer ha recorrido cuarenta y cinco países en los cinco continentes desde que salió de Alemania hace dos años. En el medio solo regresó una vez: "Tuve que operarme en Berlín porque descubrí que tenía cáncer". Pero a los tres meses volvió a Lima, donde había dejado su ruta, y hasta ahora. El domingo cogerá de nuevo la carretera (su coche ya estará listo después de una semana en los talleres de Auto Viasa en Vigo) en dirección a Lisboa. Con Portugal, Francia y Bélgica completará la vuelta al globo.

"Soy feliz cada mañana cuando me siento en el coche, es como vivir una película en la que cada día descubro algo nuevo. La gente me mira porque se sorprenden al ver un coche tan especial y quieren hacerse fotos con él. Lo que siempre es diferente es la gente que me encuentro porque cambian los idiomas, los acentos, la ropa, la forma de vida, el carácter... pero los paisajes, al final, se parecen", reconoce.

El próximo 12 de marzo, a las doce del mediodía, llegará a la Puerta de Brandeburgo (Berlín) para cerrar completamente el círculo con el que inició su periplo. "Me fui por el este y juré que no regresaría si no podía volver con mi coche por el oeste, no quería atajos", asegura mientras repasa sus manos. Una falange de su meñique se quedó en Canadá y parte de su dedo índice se lo arrancó una de las máquinas con las que trataba de arreglar su coche esta semana en Vigo.

"No sé si estoy contenta o triste porque esto se acaba", confiesa Hetzer. "Por un lado no quiero volver a casa porque sé que hará frío y yo quiero volver al calor, pero en junio es mi cumpleaños y tengo una gran fiesta que organizar para todos los amigos que he conocido a lo largo del mundo y que vendrán a Berlín para celebrarlo conmigo", asegura con una gran sonrisa.