Las mujeres que llevan una vida sedentaria tienen un 71% más de riesgo de desarrollar cáncer de mama que aquellas que cumplen las recomendaciones sobre ejercicio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la población adulta. Según la OMS, es recomendable realizar 150 minutos de ejercicio físico moderado a la semana, en periodos mínimos de diez minutos (andar a buen paso) o 75 minutos de ejercicio intenso (en el que aumenta mucho la potencia cardiaca y la sudoración). Seguir una adecuada actividad física puede reducir el riesgo de la aparición de este tumor en mujeres pre y postmenopáusicas y en todos los subtipos moleculares.

Estas son las principales conclusiones del estudio epidemiológico realizado por el grupo de investigación en cáncer de mama Geicam, del que forma parte el Servicio de Oncología del Centro Hospitalario Universitario de Vigo (CHUVI), y 1.017 mujeres de entre 18 y 70 años recién diagnosticadas de cáncer de mama y otras tantas sanas. El estudio, que fue presentado ayer por la investigadora del Instituto de Salud Carlos III, Marina Pollán, acompañada por los prestigiosos oncólogos Miguel Martín, presidente de Geicam, y Ana Lluch, es pionero en tener en cuenta el subtipo HER2 positivo y en proporcionar información sobre el efecto del ejercicio en los demás subtipos tumorales.

La investigación concluye que el efecto protector de la actividad física, acorde con esas recomendaciones de la OMS, es especialmente patente en los subgrupos HER2 positivo y en las que presentan receptores hormonales positivo, mientas que parece menos claro en el caso de las mujeres con un tumor triple negativo, que son las que no expresan ningún receptor.

En la mayoría de los estudios de este tipo, las mujeres que participan son postmenopáusicas, pero en esta investigación el grupo de premenopáusicas era casi del 50%, por lo que se ha podido establecer el efecto del ejercicio en ambos grupos de mujeres. El ejercicio, según el estudio, tiene mayor efecto protector en las mujeres premenopáusicas que en las postmenopáusicas, que necesitan hacer un ejercicio más intenso para obtener el mismo nivel de protección. El exceso de riesgo es de casi el doble entre las premenopáusicas.

"La relación entre obesidad, sedentarismo y riesgo de cáncer de mama es largamente conocida desde hace años. Se ha visto que las mujeres obesas tienen un riesgo de hasta 3 veces superior que las que conservan un peso normal. La coexistencia de obesidad empeora el riesgo, de modo que se calcula que esta asociación podría ser responsable de un 25-30% de varios cánceres de colon, endometrio, riñón y esófago", explica Isabel Lorenzo, especialista en Oncología Médica del Chuvi, experta en cáncer de mama y cáncer hereditario.

Una actividad continua

Según la doctora Lorenzo, el estudio revela el efecto protector del ejercicio moderado frente al cáncer de mama. "Hasta la fecha, aunque no había evidencia directa de que la inactividad estuviese asociada con un mayor riesgo de cáncer de mama, el ejercicio físico regular parece que proporciona una protección moderada contra el mismo, en particular en las mujeres posmenopáusicas", explica.

Según la oncóloga, una de las principales conclusiones del estudio es que el ejercicio físico tiene efectos beneficiosos tanto para las mujeres posmenopáusicas como premenopáusicas, pero que para que su efecto sea protector, el ejercicio tiene que ser continuo.

"Posiblemente el aumento de la actividad física puede reducir el riesgo de cáncer de mama a través de influencias hormonales, como la reducción de los niveles séricos de estrógenos, de insulina y de ciertos factores de crecimiento séricos", concreta.

Gráfico que explica qué es el ejercicio físico oncológico // GEICAM