Un grupo de chicos, adolescentes, calzón bajado, esperan sentados mientras una o varias chicas, desnudas de cintura para abajo, se sientan sobre ellos. La penetración dura justo 30 segundos, y cuando el reloj llega a ese punto las chicas se levantan y pasan al siguiente. El primer chico que eyacule, pierde.

Esta sería la dinámica del “muelle”, también llamado “ruleta sexual”, que en los últimos días ha generado una intensa polémica por su supuesta práctica entre adolescentes de Madrid. Un juego que podría haber provocado hasta cuatro embarazos no deseados en Medellín (Colombia) y uno en la capital de España solo en el último año. Pero, más allá de algunas noticias que han tenido un gran eco en las redes, no hay datos que corroboren que se trata de una práctica sexual más o menos frecuente, ni de que se haya introducido realmente entre las jóvenes generaciones de nuestro país.

“No hay ningún caso documentado de ‘muelle’, nada tangible. Me suena a leyenda urbana, y no me gusta la alarma social que se está creando con este asunto”, reflexiona la sexóloga Ana Fernández. Una opinión que comparten otros sexólogos y psicólogos, quienes además lamentan que se “venda” la sexualidad, sobre todo la vinculada con alguna práctica lúdica, como algo negativo, incluso peligroso.

Y es que los juegos eróticos forman parte tanto de la educación sexual de las personas como de la práctica habitual, por más que algunos puedan parecer extraños o hayan derivado en leyendas urbanas. “Las prácticas eróticas son juegos. Lo que conocemos como ‘preliminares’ son casi juegos, y no son preliminares de nada. Parece que toda la relación fuera el coito”, sostiene la sexóloga y pedagoga Sara Rodríguez.

Esta visión, la del coito (y, consecuentemente, la eyaculación) como parte final y decisiva de las relaciones sexuales, se sostiene sobre una visión carpetovetónica y evidentemente falócrata de la sexualidad y está apuntalada por una pornografía mainstream, de consumo eminentemente masculino, cuya difusión alcanza en la actualidad dimensiones nunca vistas. “El porno, generalmente, es un porno muy comercial, de cuerpos y prácticas estereotipados. La mayoría es heterosexual y se centra en la penetración. Además, ahora el acceso al porno se ha normalizado: navegando por internet, a la mínima entras en una página y te sale mogollón de pornografía. Esto hace que baje un poco la sensibilidad de las personas. Pero además, esto hace que el consumo de porno, que antes era un ritual y tenía algo de clandestino, se haya convertido en un elemento de compañía, activa o pasiva, para la mayoría de las personas. El ritual se ha perdido”, explica la sexóloga Soraya Calvo. Pero otra sexualidad es posible, una más atenta a satisfacer los deseos de todos sus participantes y en la que los juegos eróticos son una parte indispensable.

“Ningún juego es peligroso siempre y cuando se utilicen métodos contra embarazos e infecciones y sean consentidos. Que nadie te esté presionando, que te apetezca, que no hagas daño a nadie y que protejas tu salud. Bajo esas reglas, cualquier juego es saludable”, sostiene Ana Lombardía, psicóloga y sexóloga que gestiona la web sexoenlapiel.com. Los juegos, de hecho, son durante la adolescencia parte de la exploración erótica y corporal, propia y del otro, y ya en época adulta, una manera de profundizar en la sexualidad.

A la hora de clasificar los juegos, podría distinguirse entre los de exploración, más propios de los adolescentes, y los de experimentación. “La mayoría de las prácticas eróticas de experimentación son de personas adultas. Y tiene todo el sentido del mundo, porque las personas jóvenes no tienen espacio. Es mucho más fácil que lo hagan personas mayores que chicos y chicas”, explica Soraya Calvo, que no obstante precisa que no cree que haya mayores diferencias entre los juegos practicados por adolescentes y por adultos.

De hecho, los juegos eróticos y sexuales son tan antiguos como la propia humanidad. “La mayoría del imaginario erótico actual deriva del ‘Kamasutra’, que es un libro que ya tiene varios siglos”, explica Soraya Calvo. De hecho, de los libros de historia se puede rescatar una práctica que, según parece, estuvo de moda en la corte de Felipe V, quien la habría importado de Francia: “El impávido”. La dinámica del juego recuerda incluso a la del “muelle”: un grupo de aristócratas, desnudos de cintura para abajo, se sienta en una mesa redonda con un mantel largo bajo la cual una mujer les practica sucesivas felaciones. Aquel al que se le notara que era “el elegido”, quedaba eliminado.

Pero más allá de las leyendas, urbanas o históricas, hay otros juegos sexuales más o menos reconocidos y cuya práctica tiene cierto recorrido.

La botella

Juego clásico de adolescentes: sentados en corro, hacen girar una botella, debiendo besar al que apunte el cuello. De negarse, el lanzador (o lanzadora) habrá de pagar una prenda, por lo general en forma de confesión personal. Entre los adultos hay una variante, tipo “ruleta de la fortuna”, en la que en vez de una botella se gira una ruleta que impone si quien la activa ha de quitarse una prenda o hacer algún tipo de acto erótico.

El armario

Juego de exploración: una pareja, elegida mediante sorteo, ha de estar un tiempo a oscuras en un armario. Lo que pase dentro es decisión de ambos. Hay variantes: “la manta”, en el que dos personas sujetan una manta tras la que se ocultan los elegidos; “tinieblas”, en el que se apaga la luz y hay que “cachear” a la persona más cercana; o “la venda”, en el que una persona con una venda en los ojos ha de reconocer a otra mediante el tacto.

La galleta

Otro juego en torno al que hay mucha leyenda urbana: un grupo de chicos se masturban y eyaculan sobre una galleta; el último en hacerlo ha de comérsela. El referente es una práctica más o menos extendida en el mundo del porno: el “bukkake”, en el que un grupo de varones eyaculan sobre una persona, generalmente mujer y en ocasiones tras una felación grupal. “Hay que pensar que muchas de estas prácticas son adaptaciones de cosas inaplicables que se ven en el porno o en películas de éxito o que se leen en libros”, explica Soraya Calvo.

Body Sushi

La combinación de gastronomía y sexo ha dado lugar a múltiples juegos. Desde chupar el champán (o la nata) previamente vertido sobre el cuerpo de la pareja hasta la introducción de frutas en los órganos sexuales para su posterior ingesta, pasando por prácticas como el “body sushi”: una práctica heredera del “Nyotamori” japonés, que consiste en comer sushi del cuerpo de una persona, generalmente una mujer, desnuda. Otra variación, popularizada por la película “American Pie”, es la de penetrar un plato cocinado (en el filme, una tarta de manzana).

El vibrador

La introducción de juguetes en las relaciones sexuales es cada vez más frecuente. Los vibradores son los más comunes, aunque también es frecuente el uso de objetos cotidianos, entre ellos el móvil (con su correspondiente vibrador).

“Dogging”

La práctica clandestina del cruising, en la que dos personas del mismo sexo mantenían una relación anónima en un lugar público (generalmente parques, aparcamientos o baños de locales de ocio), ha derivado en el dogging o “cancaneo”, una práctica heterosexual análoga a la anterior.

BDSM

Las siglas BDSM responden a diversas prácticas sexuales articuladas a partir de la aceptación de roles por sus practicantes. Significan: bondage (ataduras), dominación, sadismo y masoquismo. Su popularidad se ha disparado los últimos años por el éxito de la novela “50 sombras de Grey” y, aunque se asocia al dolor físico, tiene diversas variantes. “La dificultad del BDSM es no saber que realmente es un juego con un montón de reglas, como la palabra de seguridad: si esa situación de sumisión empieza a no gustar a uno de los que lo practican, tenga el rol de dominante o de sumiso, o si notan peligro, pueden parar el juego”, explica Sara Rodríguez.

“Sexting”

Se trata del envío de imágenes o vídeos de contenido erótico a otra persona, generalmente a través del teléfono móvil. “Tiene que haber unos límites marcados con la otra persona”, explica Sara Rodríguez. “Hay unas claves para hacerlo. La principal, que a quienes lo practican les apetezca. Y después, tener cuidado y asegurar que se preserve la intimidad”, añade Ana Lombardía. Otra cosa es la difusión indiscriminada de esas imágenes, que ya no es un juego, sino un delito: “sextorsión”.

Tuerca y tornillo

Las “relaciones liberales” (intercambio de parejas) enfatizan el componente lúdico del sexo. “El propio juego ya parte de las mismas personas, sin necesidad de tener nada añadido. Hay dos parejas que están juntas, y justo ahí, en ese punto, ya puedes empezar a jugar”, explican desde una asociación de parejas liberales. Pese a toda la mística que rodea estas prácticas, precisan que el fin que persiguen es “que la gente se relacione”, por lo que los juegos son frecuentes en la sede: desde adaptaciones de juegos de mesa como el Monopoly o la Ruleta de la Fortuna hasta otros como “La tuerca y el tornillo”, en el que se reparten al azar tuercas (entre ellas) y tornillos (entre ellos) que solo encajan entre sí dos a dos. “Se trata de coger casi cualquier escenario que tú vives en la vida cotidiana y erotizarlo. Que pueda tener un fin sexual depende de cada pareja en cualquier momento”, sostienen.

El mapamundi porno en la web

A los estadounidenses, los británicos y los canadienses lo que más les interesa al buscar porno en internet es el sexo lésbico. Los italianos prefieren las maduras y las MILF, siglas que corresponden a la expresión Mom I’d like to fuck (‘madre a la que me gustaría follar’). A los españoles, los franceses, los rusos y los brasileños les van otras cosas: el sexo anal y el producto nacional. Así lo constata la web pornográfica PornHub, la mayor página de contenidos para adultos del mundo, que acaba de publicar sus estadísticas de tráfico relativas al año 2016. Unos datos que sitúan a España como el decimotercer país que más tráfico le genera a la web y que ponen de relieve cómo las diferencias culturales influyen en el consumo de pornografía. De hecho, Japón destaca por su predilección por el “hentai”, un tipo de animación para adultos propia del país. En la India, en cambio, los usuarios prefieren escenas con adolescentes, algo que se explica por las diferencias en los rangos de edad: mientras que en los países occidentales la mayor parte de los usuarios se sitúa en la franja de edad entre los 25 y los 44 años, en la India un 48% de los usuarios tiene menos de 25 años.

Las estadísticas de PornHub aportan, además, información detallada de los contenidos más demandados por país. Según la web, España es el decimotercer país que más tráfico genera. Analizando las búsquedas realizadas desde nuestro país, se pueden perfilar además los gustos de sus usuarios. Las tres categorías de la web que registraron más clics desde España son, por este orden, “anal”, “mature” (‘madura’) y “teen” (‘adolescente’). Los términos más buscados son “spanish”, “espagnol” y “overwatch”, relativo este último a un videojuego cuyos personajes tienen alta carga erótica. Las búsquedas relativas también inciden en esta dinámica: “maduras españolas” y “española” son, respectivamente, el primer y el tercer término más buscado, con “fakings” (‘falsificaciones’) como en el segundo puesto. Entre las estrellas porno más buscadas también hay una vertiente patria: lo que más demandan los españoles son vídeos de la productora y actriz madrileña Amarna Miller. La web, además, aporta otro dato interesante sobre nuestro país: solo un 26% de sus visitantes son mujeres; el tráfico desde España disminuyó en un 19% durante la final de la Champions League (que disputaban Real Madrid y Atlético) y un 48% de los accesos se hicieron desde móviles. La visita media a la web desde España duró ocho minutos y nueve segundos, cinco segundos más que el año anterior.

La incidencia del porno sobre las prácticas sexuales es palmaria. “Nuestra idea de lo erótico deriva y depende de lo mediático: películas, series, música… Algo que vemos, que nos influye y hace mover nuestra imaginación”, explica Soraya Calvo. Un ejemplo de cómo funciona esta dinámica, amplificado por la velocidad de internet, se ha visto esta misma semana. Algunos medios estadounidenses difundieron los rumores de que Rusia tenía imágenes grabadas en la suite de un hotel de Moscú en el que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, practicaba la “lluvia dorada” con cinco prostitutas. Según PornHub, las búsquedas relacionadas con la “lluvia dorada” se incrementaron un 102% el 10 de enero, el día en el que saltaron las noticias. Además, las búsquedas relacionadas con “pissing” o “watersports” (‘deportes acuáticos’) se incrementaron un 71%. El morbo manda.