La cena de Navidad en la casa de Miguel y María del Valle sentó en una única mesa del barrio ourensano de O Peliquín a 21 niños de tres familias, un número similar al censo de habitantes de 0 a 14 años en municipios como Lobeira, Parada de Sil, A Teixeira o Chandrexa de Queixa.

Con una progresión de partos en descenso, una tasa de fecundidad de 0,9 hijos por mujer y solo 1.488 nacimientos en los hospitales de la provincia en 2016, las familias numerosas son una especie en peligro de extinción y se han convertido en el salvavidas de una provincia en la que la demografía agoniza.

VER GALERÍA | Familias numerosas que rompen las estadisticas. // Brais Lorenzo/FdVFamilias numerosas que rompen las estadisticas. // Brais Lorenzo/FdV

Lo de Miguel y Valle es un nivel superior. Ellos tienen 8 hijos, pero en la familia hay otros dos núcleos con 7 y 6 descendientes cada uno. Cuando se juntan reúnen a más niños bajo un mismo techo que alguna escuela del rural ourensano

Valle cuenta que tuvo a su primera hija con 25 años. Su idea era tener tres o cuatro pero "pasada esa barrera", dice, se le quitó el "miedo" a tener hijos. Vinieron ocho, el último, Saúl, hace tres meses. La madre, que ahora tiene 39 años, admite que criar a tantos hijos "supone no tener tiempo para ti, pero la recompensa de verles crecer, los logros de cada día o la empatía cuando me ven agobiada y me ofrecen su ayuda... solo por eso vale la pena".

Su posición económica no es boyante. La familia vive de alquiler en una vivienda unifamiliar con cuatro habitaciones y para desplazarse todos juntos la madre conduce una Mercedes Vito con nueve plazas y el padre va en moto. Éste trabaja en mantenimiento en turnos de mañana o tarde y ella hace sustituciones en las guarderías Galiña Azul. Aunque ahora, con el octavo, ha aparcado la vida laboral y se dedica exclusivamente a los niños. "Saber si vas a poder darles de comer y vestirlos es una preocupación, es cierto, pero es verdad que donde comen cinco comen seis, siempre nos arreglamos y no nos falta de nada".

Todo es cuestión de prioridades. "Nuestros hijos no llevan ropa de marca y si me ofrecen ropa las mamás del cole yo la acepto", relata Valle, que desborda energía y buen humor. Criar a una familia numerosa no supone para ella un esfuerzo muy diferente al de los núcleos con dos hijos, "todo depende de lo que quieras darles", dice. La mejor herencia que le puedes ofrecer a un hijo, dice, "no es un coche o un piso, es un hermano, para lo bueno y para lo malo".

En una familia como esta, todos los gastos están "muy medidos" y las cifras son a lo grande. 90 litros de leche al mes, tres o cuatro lavadoras al día, las galletas contadas al desayuno... "Ahora puse conejos en la finca y estoy estudiando traer una vaca", bromea.

El día a día no siempre es fácil. El momento álgido son las 8.55 horas, cuando hay que salir para el colegio. El orden y la organización son fundamentales. "Les hice entender que no se puede ser individualista, que nosotros somos un equipo y de nada sirve que uno esté preparado y otro no, porque si uno falla llegaremos todos tarde", explica. Antes de salir lavan las tazas del desayuno y cada uno tiene sus tareas.

El modelo más común de familias numerosas en Ourense es el de la pareja con tres hijos. Según el censo de población y viviendas del INE, en 2011 había censados 1.984 unidades en la provincia formadas por cinco personas, incluida la pareja, y 341 de seis o más. El censo que maneja actualmente la Asociación Galega de Familias Numerosas es de un total de 2001 unidades en las localidades con más de 5.000 habitantes, de las que 936 residen en la capital. De las dos mil, 214 están formadas por cinco o más hijos y el resto, 1.787, tiene tres o cuatro hijos.

Enseñar con el diálogo

Alejandra y Luis Alberto, de O Barco, tienen cuatro de 14, 17, 21 y 24 años. La madre reconoce que, económicamente, "se hace difícil" pero no cambiaría la familia que ha formado. La clave para que la casa no sea un caos cuando son pequeños, dice, es el diálogo. "Enseñar sin enfadarse y estar encima constantemente y desde luego, organización, organización y organización", apunta. Alejandra nunca dejó de dedicarse tiempo a sí misma: "Hacía gimnasia para oxigenar la mente".

Isabel y Carlos también tienen cuatro hijos ya mayores, entre 14 y 22 años. Ser padres de familia numerosa, dicen, "es la actividad más gratificante que podríamos imaginar". Una familia así, "es la mejor escuela para desarrollar habilidades sociales y emocionales", además de construir "personas solidarias", defienden. Una experiencia "fantástica" de la que todos destacan la paciencia como la gran clave de la "supervivencia".

En Loñoá, Pereiro de Aguiar, residen dos familias numerosas de tres hijos cada una que serían la envidia de muchas aldeas de la provincia, donde hay uno, dos o ningún niño. Claudio Cerdeiriña e Isabel Dapía tienen a Claudia, Carlos y Hugo, el número de hijos que habían planificado. Ella renunció a la vida laboral para criar a los pequeños y él continúa en su trabajo. "Cuando cuentas que tienes tres hijos te dicen que eres un 'valiente', no es muy común este tipo de familia", reconoce Claudio.

Sus vecinos, José Manuel Gómez y Susana Rodríguez, admiten que es "muy difícil" sacar adelante a tres hijos "sin ayuda", en términos de conciliación y para ellos es fundamental la figura de la abuela. Ambos tienen empleos con salarios medios y apenas perciben ayudas económica "en contra de lo que pueda parecer". Ella trabaja de noche y él por el día. Por suerte, dice Susana, "los niños de familias numerosas son más responsables y el mayor nos ayuda mucho". Les gustaría tener más tiempo para ellos pero aunque lo tuvieran, dicen, "nuestra vida son los niños. Son una alegría, una satisfacción", concluye Susana.