Ocupen sus asientos. La clase va a empezar.

Perdón, quería decir la película.

¿Se puede educar proyectando El hombre que mató a Liberty Valance, El club de los poetas muertos, La naranja mecánica o El tercer hombre? ¿Es el buen cine una escuela de valores y conocimientos inagotables que, además, se aprenden al mismo tiempo que uno se divierte? ¿Hay en las imágenes de los grandes creadores suficiente material educativo como para diseñar un auténtico programa con análisis, contextualización y reflexiones a partir de preguntas muy concretas?

Sin duda. Y la mejor muestra de que es así la encontramos en Películas para la educación (Aprender viendo cine, aprender a ver cine), con el que Iñigo Marzábal y Carmen Arocena ofrecen una invitación a discutir, a partir de una selección de títulos importantes, sobre "amistad y traición, civilización y barbarie, violencia y solidaridad, justicia y felicidad, libertad y seguridad, deber y corrupción, identidad y alteridad, sexo y amor, familia y escuela". Se trata de fraguar una "pedagogía de la mirada" que ayude a captar no solo lo que dice una película establecer sino establecer cómo dice lo que dice. El libro pretende animar a los lectores a opinar y discutir de manera genérica, en solitario o en grupo, sobre cuestiones que plantea la narración. Y, luego, llevar esas discusiones a asuntos más relacionados con la maquinaria cinematográfica, con el lenguaje de las imágenes.

Sobre el amor podemos encontrar material muy interesante en Dos en la carretera y Antes del amanecer. Sobre la amistad, en Master & Commander y El tercer hombre. Para abordar el sexo, Kids y Antonia. La socialización se aborda desde Familia y Nader y Simin, una separación. ¿Y la educación? El club de los poetas muertos y El milagro de Ana Sullivan. De comunicación y redes tratan dos títulos recientes: La red social y Her. Sobre la moral en diversas manifestaciones (norma, justicia, felicidad) hay material de primera mano en El hombre que mató a Liberty Valance, La vida de los otros, Matar a un ruiseñor, Mystic River, Delitos y faltas y Happiness. Un asunto importante: los derechos humanos (como la libertad, la igualdad o la solidaridad). Ahí se proponen Alguien voló sobre el nido del cuco, El hombre elefante o Plácido.

De política enseñan mucho Lincoln y Elección. Sobre las lacras de la guerra y el terrorismo están La noche más oscura y Vals con Bashir, y de totalitarismo hay buenos puntos de partida en La ola y Good Bye, Lenin!. Del principio de la vida y el aborto nos hablan 4 meses, 3 semanas, 2 días y Juno, mientras que la enfermedad terminal y la muerte alimentan Amor y Amar la vida. Para ecología y tecnología, Wall-E, Batallón de limpieza e Interstellar. Y de la posmodernidad hay tres apartados muy interesantes. Primero, la violencia (Raíces profundas y La naranja mecánica). Luego, la alteridad y multiculturalidad con El bosque y Crash. Y, finalmente, consumismo, narcisismo y otras adicciones, con Ladrones de la fama y Réquiem por un sueño.

Naturalmente, los títulos propuestos son solo un punto de partida porque las posibilidades de elección son innumerables. En las cintas citadas hay obras maestras, grandes películas y otras menos importantes o fallidas, pero la historia del cine no tiene límites si se quiere seguir profundizando en ella como aula de educación.

Silencio. Se proyecta la clase.