El proyecto "HandsUp" que financia la Comisión Europea, impulsado por Portugal y liderado por investigadores españoles y de otros países como Alemania, Bulgaria y Grecia, tiene un plazo de dos años para sacar conclusiones sobre el castigo físico a los menores en los distintos países. Junto a Ana Rosser -doctora en Psicología- participan Carmen López, Victoria Tur, Diana Jareno y Concepción Torres, entre otras españolas.

-¿En qué se centra esta investigación internacional?

-Un primer bloque de la investigación elaborará un informe sobre cómo están las cosas en cada país, la legislación que aplican y sus medidas estatales. A partir de ahí se hará una propuesta de desarrollo de un plan específico, a consensuar con los servicios sociales y educativos de cada país y, a continuación, se aportarán conclusiones sobre las dificultades existentes junto a una propuesta de intervención.

-¿Qué normas hay aquí, en España?

-En el año 2007, con motivo de la ley de Adopción Internacional, se aprovechó la coyuntura para eliminar el castigo físico que hasta entonces estaba permitido. Desaparece y se corrobora con la ley de la Infancia en el verano de 2015, pero curiosamente a nivel de jurisprudencia hay sentencias en las dos direcciones. A partir de denuncias por situaciones llamativas hay fallos que cuestionan ese castigo y sancionan a los padres, y otros que quitan hierro al tema alegando que se ha debido a un arrebato fruto de la labor educativa. Ni los propios jueces se ponen de acuerdo a la hora de aplicar la ley. Es una cuestión sociológica muy interiorizada.

-¿Qué opina usted sobre el efecto de una bofetada puntual?

-Fácticamente tiene consecuencias negativas a largo plazo, otra cosa es que sea considerado desde el punto de vista penal al tratarse de algo puntual. Para corregir conductas inadecuadas en menores no es necesario el castigo físico, existen otras estrategias y hay que intentar poner en práctica otras herramientas.

-¿Qué sugiere?

-Hay que corregir las conductas porque tampoco se trata de dejar a los padres sin herramientas, con solo una normativa que elimine el castigo físico. Hay que dar alternativas, generar la reflexión de que no es bueno porque, además, cuando sucede es porque los adultos perdemos los papeles. Hay que divulgar estrategias positivas. Precisamente uno de los bloques de trabajo de la investigación desarrolla un programa de formación para padres y para profesionales.

-¿Qué tipo de estrategias serían positivas?

-Si la situación es grave hay que emplear estrategias correctivas sin usar nunca la violencia. Está muy interiorizado de siempre que una bofetada a tiempo tiene efecto corrector, pero la próxima vez que suceda se le dará más fuerte. Tiene consecuencias negativas a largo plazo y son una muestra de que nos vemos desbordados y perdemos el control. Para que no llegue ese momento, previamente hay que reforzar las conductas positivas y dar alternativas a una conducta inadecuada, hay que tener más contacto y tiempo de juego entre padres e hijos para que exista una buena interacción. Y ante una crisis es preferible decirle que se vaya a la habitación, que luego hablaremos, y respirar hondo para hacer las cosas con calma.

-¿Y ante la habitual rabieta de un niño pequeño?

-Las rabietas no hay que reforzarlas. Son normales en un niño de 3 años, pero no que las tenga cada dos por tres. Si nos volcamos en gritar o achuchar al niño para que se calle se le está reforzando, y la próxima vez la volverá a usar porque le da resultado. Hay que reconducir la interacción del padre y su hijo para no llegar a esa situación, y evitar mediante estrategias de control que acabe en una bofetada o un tirón de orejas. Los cambios requieren que la gente se vaya concienciando.

-¿Influye la edad de los padres en la forma de proceder?

-Cuando se produjo el cambio legislativo hubo mucho revuelo y llamó la atención en cualquier rango de edad que se eliminara el castigo físico. El planteamiento era ahora que vamos a hacer; si nos pueden denunciar por esto que nos queda. Había un desconocimiento bastante generalizado sobre estrategias educativas alternativas. Quizá ahora no sea lo mismo por sectores culturales, pero no tenemos datos de investigación y de momento no podemos acotar un comportamiento u otro a determinados sectores.