El Gordo de la Lotería de Navidad, el 66.513, vago como él solo, no quiso viajar y se quedó entero en Madrid, donde una administración de lotería situada en el Paseo de la Esperanza -el nombre lo decía todo- repartió íntegramente los 660 millones del primer premio (cuatro millones de euros por serie, 400.000 euros por décimo).

El único detalle que tuvo el 66.513 con los aficionados y los devotos de la suerte navideña fue que no se hizo esperar demasiado. Salió casi al mediodía, a las 11.57 horas, en la séptima tabla, y lo cantaron, orgullosas, Nicol Valenzuela y Lorena Stefan, quienes tienen motivos para estar contentas, porque poco antes habían dado el primero de los ocho quintos de este sorteo y, afortunadas donde las haya, también cantaron el Gordo del año pasado.

Lo malo es que Stefan, de 13 años, se despedía ayer del Sorteo de Navidad. "Ya he acabado", decía, toda sonrisas, delante de la nube de periodistas que la rodeaban, junto a su compañera, de 11 años, que aún está en sazón de cantar más premios.

Paseo de la Esperanza

El Gordo de este año se las trae, porque acaba en 13, el número de la mala suerte. Menos mal que la administración que lo vendió, la número 32 de la capital, abre sus puertas en el Paseo de la Esperanza, que si no...

Desde el mediodía, ese punto del barrio de Acacias concentró atención, júbilo y periodistas; sobre todo, muchos periodistas. Agustín Ramos y María José Rojo la regentan desde hace sólo cuatro meses. Ayer estaban felices. Y "muy nerviosos por todo el revuelo", confesaban, ya que hasta ayer no habían dado ningún gran premio.

Los loteros contaron que el número se agotó hace ya tres semanas, que se vendió íntegramente por ventanilla y que su administración está abonada a sus hoy mágicos dígitos. Aunque la cifra acabe en 13.

Una de las mayores alegrías se la llevó Elena Ferreira, una esteticista en paro que ha padecido "muchísimo" con la crisis. Ahora podrá devolver el dinero que le han tenido que prestar y podrá pagar la hipoteca de su vivienda.

Ferreira explicaba, rodeada de micrófonos, que a su marido le habían despedido de la empresa en la que trabajaba, que después montaron una pastelería que no prosperó y que, a día de hoy, "todavía" no había comprado nada para la Navidad porque no tenía dinero.

Otro agraciado, Vicente Barrionuevo, explicó que echó a correr hacia la administración después de ver en la televisión que tenía el número premiado con el Gordo. "Mi madre siempre que puede coge el trece y yo lo vi en la administración, ahí colgado".

Otro vecino, como es costumbre en estos casos, hablaba de "tapar agujeros, y luego -avanzaba- a celebrarlo con algún viajecito".

Montserrat Malagelada, la titular de la administración número 25 de Barcelona, repartió diez series (40 millones) que adquirió a Ramos y a Rojo en Madrid, porque siempre compra fuera de Cataluña números que le demandan sus clientes. Ramos es amigo suyo "desde siempre" y le compra números que finalizan en 13, pero no el premiado este año. "Este año me envió otro". Mira tú que suerte.