Una de cada diez personas que sufren pérdidas importantes tiene dificultades para reestructurar su vida tras el fallecimiento de un ser querido. Concepción Rodríguez Pérez, del Colexio Oficial de Psicoloxía (COP) de Galicia, explica que ciertas circunstancias en las que se produce la muerte son "precursoras de esas complicaciones". "Como la muerte súbita (accidentes, negligencias...), que se puede llegar a pensar que se podría haber evitado, o después de enfermedades que se prolongaron mucho en el tiempo; cuando se pierde a varios miembros de la familia, o a grupos de amigos, juntos; en casos de cuerpos que no aparecen como, por ejemplo, los desaparecidos en el mar; el fallecimiento de niños o adolescentes...

El vínculo afectivo con la persona que perdemos y la presencia de factores estresantes en la vida, como la pérdida de empleo, etc., son también predictores de un duelo complicado, en el que la persona no es capaz de reestructurar su vida como era antes", señala la especialista y remarca: "Sentimientos de culpa, anclarse en recuerdos, la presencia de emociones negativas como el odio o la ira, abandono del cuidado personal, aislamiento social y el consumo excesivo de sustancias como alcohol o medicinas son los indicadores más frecuentes de que el proceso se está complicando", advierte.

¿Cómo actuar ante esa situación? Rodríguez Pérez lo tiene claro. "Cuando las reacciones psicológicas, tanto en pensamientos como en conductas o sentimientos, perduran más de cuatro a seis semanas; cuando hay una interferencia negativa en el funcionamiento cotidiano de la vida; o cuando una persona se siente desbordada, debe buscar ayuda psicológica", subraya.