Cuenta Javier Junceda en la introducción de su libro Entre líneas que, acabado el Bachillerato, le planteó a su padre Juan Manuel, fallecido en el pasado mes de julio, la intención de estudiar Ciencias de la Información y hacerse periodista. Al recordado oftalmólogo la idea no le entusiasmó. Escribe Junceda: "Mi padre me escuchó pacientemente dando pequeñas caladas a su cigarrillo mentolado. Acto seguido me persuadió con este razonamiento: Si haces Derecho también podrás dedicarte al periodismo, pero si haces periodismo nunca podrás defender pleitos".

Junceda le hizo caso, se matriculó en Derecho y hasta hoy. Ejerce su profesión y escribe su particular visión de la vida y de las cosas en periódicos y publicaciones especializadas. Es firma habitual de FARO y en los demás periódicos del grupo prensa Prensa Ibérica. Su Entre líneas se compone de lo que él llama "cien apuntes de actualidad" que han ido viendo la luz desde 2004.

-¿Se arrepintió alguna vez de un artículo?

-Jamás. Pero que no se entienda esto como un reflejo de vanidad. Cuento como yo veo las cosas y en el momento en que las veo. Y siempre viene muy bien un pequeño tiempo de espera, como los vinos que mejoran cuando pasan por el decantador.

Entre líneas, el primer libro de Junceda al margen de temas jurídicos, tiene su historia. Para empezar es un libro tirado en una imprenta de San Bernardino, en California. Todo tiene su explicación. "Tengo desde hace años mucha relación con la Academia Norteamericana de la Lengua Española, que tiene sede en Nueva York. Me encargaron hacer un glosario de términos jurídicos en español y su correspondencia al inglés. Ellos tienen 50 millones de hispanohablantes y el problema del spanglish".

De esa relación surgió otra, con la editorial Axiara, uno de cuyos directores es el escritor peruano estadounidense Eduardo González Viaña, también colaborador de FARO. Entre líneas recopila "una forma de ver la vida". Son artículos de altura en el más estricto sentido de la palabra porque su autor confiesa que muchos están iniciados o completados durante sus frecuentes viajes en avión por motivo de trabajo.

"Escribo en los aviones y madrugando. Trato de observar, de escuchar y de preguntarme cosas. A veces los dejo ahí, un poco aparcados, después los vuelvo a coger. Decía Pla que él fumaba para buscar el adjetivo preciso y, sí, yo también llegué a la conclusión de que ese adjetivo es medio artículo", dice Junceda.

Líneas muy pensadas y, sin embargo, qué difícil es a veces "dar ese click en el ordenador que supone el envío de lo que escribiste. Hay que estar muy seguro porque es verdad eso de que la palabra es mitad de quien la dice y mitad de quien la escucha".

Quien se acerca a la realidad y a esa palabra que no siempre se deja a la primera, llega a parecidas conclusiones que el articulista Junceda: "La clave está en el gris y sus matices; la realidad nunca es blanca o negra, pero vivimos tiempos en que no se buscan esos matices porque eso consume cabeza y no es cómodo".

-Quienes encarnan la nueva política no cejan de hablar del pasado, escribía usted en una de sus columnas hace semanas en este periódico.

-Soy pragmático. Los únicos modelos que han demostrado eficiencia constatable son la socialdemocracia y el liberal-conservadurismo. ¿Cabe un ensayo mezcla de ambos? Pues sí, pero los modelos colectivistas y populistas, esta especie de neocomunismo de ahora con política de gestos y brocha gorda, están superados porque entre otras cosas comprometen derechos de manera evidente. Decir a estas alturas que hay que salir de la Unión Europea, por ejemplo, es una sandez completa. Soy partidario de la tecnocracia y bipartidista. El "turnismo" no conjura todos los males, pero sirve.

Junceda escribe y no se anda con tapujos, pero mantiene claras, como buen jurista, las líneas rojas. "Nunca nadie me recriminó un artículo pero yo también trato de no faltar al respeto. Me expreso con libertad en un país en el que eso se puede hacer, sabiendo que nunca se puede caer en el insulto y la calumnia".