El Papa cerró la puerta del Año Jubilar pero quiere extender su legado con el objetivo de recuperar el perdón de Dios en su sentido más amplio. "La misericordia no puede ser un paréntesis en la vida de la iglesia, sino que constituye su misma existencia, que manifiesta y hace tangible la verdad profunda del Evangelio", sostiene el pontífice en su Carta Apostólica "Misericordia et misera", publicada ayer.

Francisco comunica en esta misiva su decisión de prolongar el hecho de que los sacerdotes puedan absolver de su pecado a las mujeres que se hayan sometido a un aborto. "Esta es una facultad que durante el Jubileo de la Misericordia tenían todos los sacerdotes, no solo los obispos y designados especiales como hasta ahora, y el Papa lo que hace es prolongar esta capacidad para facilitar el acceso al perdón de un pecado grave como este", explica Guillermo Juan Morado, profesor del Instituto Teológico de Vigo.

"El Sacramento de la Reconciliación necesita volver a encontrar su puesto central en la vida cristiana; por esto se requieren sacerdotes que pongan su vida al servicio del 'ministerio de la reconciliación', para que a nadie que se haya arrepentido sinceramente se le impida acceder al amor del Padre, que espera su retorno, y a todos se les ofrezca la posibilidad de experimentar la fuerza liberadora del perdón", dicta el pontífice.

"Para que ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios, de ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto. Cuanto había concedido de modo limitado para el período jubilar, lo extiendo ahora en el tiempo, no obstante cualquier cosa en contrario. Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente. Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre. Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial", detalla la carta papal.

"Es una actitud consecuente del Papa, continua su propósito de recordar que Dios es pura salvación y perdona sin condiciones. Es algo totalmente coherente porque no es la iglesia quien perdona, es Dios", apunta el teólogo gallego Andrés Torres Queiruga, quien también sostiene que "el principio moral está claro, el aborto es algo malo, pero es un asunto que hay que juzgar con el corazón más allá de las normas". "Hay que desabsolutizar la moral sin perder de vista el ideal al que todos tenemos que aspirar", dice.

Marisa Vidal, miembro de la asociación Mulleres cristiás galegas Exeria, recibe el mensaje de Francisco como una "buena noticia". "Lo que nos está diciendo es que si el perdón es algo gratuito que da Dios, ¿cómo vamos a ponerle trabas? Que se empiece por las mujeres, que fueron culpabilizadas por todo a lo largo de la historia, es muy positivo en este momento. Está poniendo el perdón por encima del código canónico", sostiene. Y, como recuerda Vidal, esta acción va en la línea de entender a la institución eclesiástica no como una aduana, sino como un hospital de campaña que tiene sus puertas abiertas.

"La gravedad del hecho es la misma", recuerda el profesor Morado. El pecado por abortar tiene el castigo más grave para los católicos, la excomunión. En este sentido, lo que se propone desde el Vaticano es aceptar el arrepentimiento en confesión de las mujeres y que sean los sacerdotes quienes les transmitan el perdón de Dios. "Está en la línea de la iglesia, hoy en día hay que poner facilidades", resalta Alberto Cuevas párroco de La Soledad en Vigo y delegado diocesano para medios de comunicación del Obispado Tui-Vigo.

"En Exeria hicimos en 2009 un documento sobre el aborto destacando que siempre se culpabiliza al eslabón más débil de la cadena. Todos podemos pasar por momentos oscuros, lo que no se puede es negar el perdón a quien quiere volver a la luz. No puedes condenar, tienes que dar opciones", señala Vidal.

Como párroco, Cuevas explica que "no es fácil encontrarse en confesión a gente desenganchada de la vida de la iglesia, a los grandes pecadores. A confesarse vienen los pequeños pecadores arrepentidos". Durante este año jubilar, los sacerdotes ya han tenido casos de mujeres que habían interrumpido sus embarazos en sus confesionarios. "Espiritual y psicológicamente les queda una cicatriz, hay que permitirles empezar de nuevo", afirma el párroco de La Soledad.