Galicia se rindió ayer noche al embrujo de la superluna y la costa de las Rías Baixas tampoco ha escapado a sus efectos. El fenómeno astronómico que regalaba a los aficionados la luna llena más grande de los últimos 70 años se ha dejado notar en la bajamar y pleamar de las Rías Baixas, las más pronunciadas que se recuerdan en los últimos meses.

Este capítulo acentuado de mareas vivas ya se dejó notar ayer en la playa viguesa de Samil que en una primera bajamar registraba un nivel de agua más bajo de lo habitual. Se trataba de un anticipo de la noche en la que se rendiría culto a la superluna.

El arenal vigués no sería el único punto de las Ría de Vigo en el que se notase la crecida y descenso del agua. Los transeúntes que por la tarde se acercaban a las terrazas de Montero Ríos podían ver en el pantalán del Real Club Náutico como el nivel de la pleamar era más elevado de lo habitual. Fuera de la ciudad olívica, como en la playa de Cesantes de Redondela, frente a la Isla de San Simón, el descenso del agua dejaba al descubierto los secretos de la estatua de NemoNemo que se localiza entre el islote y la costa. Un vacío que casi permitía el acceso a pie y que se puede observar en las siguientes fotografías.

La playa de Cesantes con San Simón al fondo // Alba Villar

La escultura de Nemo al descubierto en Cesantes // Alba Villar

Bajamar y pleamar en la Isla de San Simón // Alba Villar

Superluna, no habrá otra hasta 2034

Galicia rindió anoche culto a la "superluna". Una legión de gallegos, principalmente aficionados a la astronomía y a la fotografía, se asomó a las ventanas y salió a las calles para contemplar un fenómeno astronómico que no se repetirá, con la intensidad alcanzada en estas últimas horas y que reactivó antiguas creencias y supersticiones, como la que vincula el parto a las fases lunares. Esto se debe, en gran medida, a que todo lo que rodea al satélite terrestre ha tenido resonancias míticas desde el principio de los tiempos.

La Luna ha sido una constante en la historia de la humanidad, un lucero perenne que observaba, desde más allá del cielo, como nuestra pequeña especie colonizaba este mundo azul. En torno a ella se ha calculado el tiempo y han florecido religiones, ritos y civilizaciones. Y esta pasada noche, toda esa fascinación que el hombre ha sentido siempre por el cuerpo celeste por excelencia revivió al tiempo que la luna llena alcanzaba el perigeo y se tornaba "superluna".

Tendremos que esperar 18 años para poder vivir un fenómeno como el de anoche: la superluna más próxima a la Tierra. Este comportamiento astronómico no se producía desde el 25 de enero de 1948: ayer el satélite terrestre se vio un 14% más grande y un 30% más brillante. Quienes anoche se lo perdieron tendrán una nueva oportunidad, igual en espectacularidad, en 2034.

La superluna ilumina la Ría de Vigo // Santos Álvarez

Superluna, ¿publicidad o astronomía?

La Luna alcanza su perigeo o punto más cercano a la Tierra cada 27,55 días, pero tres o cuatro veces al año se acerca más de lo habitual, coincidiendo con la luna llena. Un fenómeno que se conoce como 'superluna' y que tiene más de publicitario que de astronómico.

La Luna tiene dos ciclos: uno de luna llena a luna llena, con una duración de 29,53 días, y otro que depende de su órbita elíptica alrededor de la Tierra, porque cada 27,55 días nuestro satélite se coloca en el punto más cercano a la Tierra, explica el director del Planetario de Pamplona, Javier Armentia. "Son dos períodos diferentes, pero más o menos tres o cuatro veces al año esa cercanía coincide con la luna llena y eso es lo que ahora se ha puesto de moda en llamar superluna", asegura a Efe, Armentia, quien recuerda que no se trata de un término astronómico.

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Y es que en 1979 el astrólogo estadounidense Richard Nolle acuñó el nombre y auguró que en 2011 se produciría una superluna, la mayor, con un aumento de terremotos, lo que no ocurrió, recuerda. "No hay superlunas, no existen, es un término publicitario", insiste este astrofísico. No obstante, lo que sí ocurre es una mayor y menor cercanía de la Luna a la Tierra y coincidencia con la luna llena (la posición de los perigeos es más compleja aún porque también hay que tener en cuenta la atracción del Sol al sistema Tierra-Luna).

La distancia media entre nuestro satélite y planeta es de 384.402 kilómetros. Cuando hay perigeo la Luna está a unos 356.000 kilómetros y cuando hay apogeo (punto más lejano) a unos 406.000. Con la superluna del lunes los cálculos son que la Luna y la Tierra estén separados por unos 356.500 kilómetros; en la de 1948 lo estuvieron a una distancia parecida (356.490 kilómetros) y en la de 2034 lo estarán también (356.446 kilómetros), detalla Armentia.

La diferencia es de unos 500 kilómetros y para este astrofísico esta cifra "no es nada" en comparación con una más global de 356.000 kilómetros: "el ojo humano es incapaz de captar esta diferencia". Armentia no niega los cálculos de la NASA (cercanía de 1948 y 2034), pero insistía en que las superlunas son fenómenos normales: el lunes no se va a ver una superluna, sino una "luna llena preciosa, como la de octubre".

Así es el fenómeno de la superluna//FARO

Así es el fenómeno de la superlunaFARO

La NASA señala que la próxima superluna será especialmente súper porque precisamente este satélite no estaba tan cerca de la Tierra desde hace 68 años, lo que promete -indica en su web- un buen espectáculo. Según sus datos, la Luna aparecerá un 14 % más grande y un 30 % más luminosa. Esta comparación es respecto a su apogeo (el punto más lejano) y no en comparación con otro perigeo.

En este sentido, la diferencia entre la distancia a la luna llena del 17 octubre de 2016 y la del lunes, para un observador en España, es de solamente 1.352 kilómetros (un 0,3 % más grande), lo que produce un cambio de brillo menor al 1 %, apunta Armentia. Esta "cercana" luna llena se verá mejor o peor dependiendo del país: en España el mejor momento coincide con el día (14.52 horas peninsular), así que la noche del domingo al lunes y del lunes al martes merecerá la pena mirar al cielo.