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Oficiantes del "sí, quiero"

Actores, periodistas y empresarios gallegos triunfan con una nueva profesión: dirigir bodas civiles - Su baza es la personalización máxima de la ceremonia, lo que consiguen con una relación muy cercana con cada pareja

Su "oficina" suele ser un espacio repleto de flores y cada día tienen una diferente. Sus clientes, parejas enamoradas. Su horario, el que éstas decidan. Y su objetivo, ser maestros de la ceremonia que sueña cada pareja para declararse su amor.

Son los oficiantes de bodas, una profesión aún bastante desconocida que eligen un buen número de personas, especialmente del mundo del teatro, de la comunicación y de la organización de eventos, dispuestos a hacer de las bodas civiles unas ceremonias mucho más personales y emotivas de las que se llevan a cabo a diario en ayuntamientos y juzgados.

Los datos demuestran que no es mala idea especializarse en estas bodas civiles. El año pasado se celebraron en Galicia 6.190 bodas civiles frente a las 2.349 católicas, unas cifras que han dado la vuelta completamente a la tortilla sobre la forma de casarnos hace quince años: en el año 2000 se celebraron 9.279 bodas católicas frente a 2.676 civiles.

Y no solo cambia el rito. Además, esa amplia mayoría que elige casarse por lo civil tiene claro que no le sirve la fría lectura de los artículos en boca de un desconocido. Esa parte legal sigue siendo obligatoria, pero la cubren como un simple y necesario trámite al que la pareja acude, casi siempre, a solas con dos testigos al consabido juzgado o ayuntamiento. Pero para celebrar la boda -que en realidad es la "reboda", aunque eso ni siquiera hace falta que lo sepan los invitados- con la familia y amigos quieren que la persona que ratifique sus votos sea cercana y que se implique en su historia de amor con la pasión que merece.

Y ahí entran nuestros protagonistas, los maestros de ceremonias civiles, personas con un buen conocimiento en protocolo y en los distintos rituales que se pueden elegir (más allá de los típicos, que son los anillos y las arras, cada vez más novios apuestan por otros más originales como el de la arena, del vino o de las flores, entre otros) y, sobre todo, con mucho feeling con la pareja contrayente. Para ello, se reúnen las veces que haga falta con ellos y preparan con mimo el discurso que dirán ante las familias que cambiará y cambiará las veces que haga falta hasta que todos esté satisfechos con el resultado. Y todo en un entorno hermoso, el que las propias parejas eligen, nada que ver con la sala de un juzgado o la de un ayuntamiento que, dependiendo de la localidad, pueden ser más o menos bonitos.

Una buena parte de los oficiantes proceden del mundo de los escenarios. Así ocurre con la actriz Teté Delgado, que comenzó por azar a oficiar bodas hace tres años y está encantada con la experiencia, que compagina con su trabajo sobre los escenarios.

Su facilidad a la hora de hablar, de improvisar , de mantener la calma y de saber estar ante el público son, sin duda, bazas a su favor. Y su capacidad para el humor también atrae a muchos contrayentes. "Lo ideal es conseguir la mezcla exacta de humor y ternura y saber estar siempre en un segundo plano porque, en este caso, los protagonistas son ellos", opina la actriz. Teté añade además a esa receta un buen conocimiento de las anécdotas de la pareja. "Me gusta hacer participar en la ceremonia un poco a las personas más cercanas a la pareja, llamarles por su nombre... son detalles que hacen que sea una ceremonia mucho más emotiva", relata la actriz, que estrena el próximo 3 de diciembre en Madrid la comedia "El intercambio", junto a Gabino Diego.

Y para improvisadoras, las campeonas gallegas de improvisación, Marita Martínez y Lucía Veiga, ambas oficiantes en la empresa Luz Verde, que dirige Rocío Vázquez, y en la que las cinco personas oficiantes son mujeres. "No fue algo premeditado pero surgió así", cuenta la gerente, que destaca que cada una de las chicas "tiene una sensibilidad y una empatía especiales; son el mejor equipo que nadie pudiese desear".

Rocío estudió Dirección Internacional de Hoteles y trabajaba en temas de eventos desde hace 12 años. Hace siete, viendo el auge de las bodas civiles, se especializó en protocolo y decidió independizarse y crear Luz Verde, "un nombre con el que dejamos claro que los novios tienen luz verde para proponer todo lo que deseen para lograr la boda de sus sueños", cuenta. Además, es la única empresa de toda Galicia -está ubicada en A Coruña- que puede oficiar las ceremonias en siete idiomas. "Hemos casado tanto a parejas en las que uno de los miembros es gallego y el otro extranjero como otras en las que ambos cónyuges son extranjeros pero, por distintas razones, quisieron casarse en Galicia", relata la gerente. Entre estas últimas, recuerda la boda de dos japonesas enamoradas de Santiago que decidieron darse el "sí, quiero" en Compostela. "Una parte la oficiamos en japonés y el resto en inglés", cuenta Rocío.

En Luz Verde su obsesión es "cuidar todos los detalles y conseguir que la ceremonia sea tan personal como el resto de la celebración". Para ello, explica Rocío, "escribimos un guión a su medida, que cuente su historia, les ayudamos a escribir sus propios votos y tratamos de que todos los invitados se sientan cómodos". Todo ello requiere varios encuentros con las parejas. "Nosotras no tenemos horario; nos adaptamos a cuando puede la pareja y, cuando no puede ser en persona, contactamos a través de Skype", dice.

Rocío admite que se han encontrado con invitados a los que no les atraía mucho la idea de que oficiara la boda una mujer. "Las parejas que acuden a nosotros no son clásicas y no tienen problemas de ese tipo, pero sí hay algunos invitados, sobre todo personas mayores, a los que les cuesta aún ver a una mujer oficiando una boda", afirma.

Lo mejor de su trabajo, asegura Rocío, "es conocer tantas historias preciosas de amor, cosas que creías que solo pasan en las películas... te reconcilias con el mundo".

Por su parte Marita trabaja desde hace más de 20 años como actriz. Es también profesora de teatro y campeona de España de improvisación. "Pero que conste que los textos no los improvisamos, que están muy preparados, pero siempre es bueno, más en una boda, saber reaccionar ante los imprevistos", asegura.

En dos años, ya ha oficiado unas cuarenta ceremonias. "Sigo yendo nerviosa, igual que cuando te subes a un escenario, porque es un momento muy especial para ellos", asegura Marita que añade que, como actriz, "es una experiencia muy interesante porque tienes que ser la persona menos importante y la que nunca puede fallar; es una cura de humildad continua".

Cada pareja es un mundo y cada boda también. El cine, la literatura, una época concreta de la historia o una década determinada son algunos de los temas que las parejas eligen para la celebración. Así, Marita ha celebrado, entre otras, una boda basada en la serie "Juego de Tronos". "Los dos de la pareja son creativos y unos apasionados de la literatura fantástica y los juegos de rol; los anillos los entregó un cuervo, todos los invitados iban vestidos acordes a la temática y tuvieron hasta un hechizo de la queimada personalizado; lo planificamos durante todo un año y salió fenomenal", recuerda la actriz. Otras bodas curiosas que recuerda la gallega son una en la que los novios acudieron al altar con sus perros y otra con siete damas de honor y cuatro niños de las arras.

De la montaña a la playa

El lugar en el que los novios eligen darse los votos también está cambiando mucho. "Ahora muchos nos piden bodas en la playa, pero la verdad es que en Galicia no es muy recomendable; celebramos una boda preciosa en la isla menos turística de Cíes pero es bastante costoso. También las bodas en el monte pueden ser muy bonitas y no a muchos se les ocurre", advierte Ledicia Fernández, que creó hace tres años Ledicias Wedding Planning, ubicada en Vigo, una empresa de organización de bodas con un matiz muy especial: "Organizados la boda de forma gratuita; buscamos lo que más se ajuste tanto al presupuesto como a la idea que tiene la pareja, desde restaurantes, fotógrafos, grupos musicales, Djs... Les hacemos llegar todos los presupuestos y eligen los que más les gusten. No somos una ONG, nuestro trabajo lo facturamos a nuestros proveedores", describe la directora, que también es oficiante, y asegura que "los novios están hartos de que se les cobre por todo y vi un filón en esta empresa".

Como oficiante, Ledicia confiesa que se involucra mucho en cada celebración. "Lo vivo como si fuera de la familia y hasta lloro con ellos; yo creo que te tienes que involucrar en serio para que todo marche bien", destaca.

Tampoco Marta Liñares, oficiante independiente, duda a la hora de involucrarse en las bodas que dirige. "Este oficio te enriquece como persona porque ves muchas historias y personas diferentes y aprendes muchas cosas", afirma. Cada ceremonia se personaliza al gusto de la pareja: "Algunos quieren que se lean los artículos y que se conserve la pregunta del tradicional sí, quiero', pero se puede hacer de formas mucho más cercanas", afirma.

Marta ha oficiado numerosas bodas gays y también bodas de oro, que asegura que son sus preferidas. "En este oficio funciona mucho el boca a boca; gente que viene a una boda que tú oficias, le gusta y cuando se van a casar ellos se acuerdan de ti", cuenta la oficiante, que procede del mundo del turismo y la hostelería.

Y aunque el oficio de oficiante está copado por las mujeres, también algunos hombres se lanzan. Entre ellos está el vigués Carlos, que forma parte de la plantilla de Ledicias. "Lo que más me gusta de este trabajo es que formas parte de un día muy importante para los novios, que en el fondo sabes que van a tener un recuerdo bueno de ti porque es un privilegio y una suerte formar parte de la vida de gente que a lo mejor no vuelves a ver en tu vida pero que seguro que ellos no se olvidan de ti", concluye el oficiante, que procede de la radio.

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