Un estudio internacional dirigido desde Galicia ha demostrado que hay niños genéticamente resistentes a la enfermedad meningocócica, la meningitis más peligrosa. A partir de los datos de 7.800 personas -entre menores sanos y enfermos de meningitis- el estudio concluye que el 14% de los niños poseen una variante genética protectora que reduce en un 60% las posibilidades de que desarrollen la meningitis.

Este hallazgo -publicado en la revista del grupo "Nature, Scientific Reports"- abre las puertas al diseño de nuevas políticas preventivas. "Con un test genético, que cada vez son más económicos y sencillos, podríamos decidir terapias y vacunaciones más selectivas, screening también más selectivos y mayor vigilancia en los casos necesarios", explica el profesor de la Facultad de Medicina de la USC Antonio Salas, que coordina el estudio junto con el jefe del servicio de Pediatría del Complejo Hospitalario de Santiago (CHUS), Federico Martinón.

Los investigadores utilizaron complejos métodos computacionales -gracias al Centro de Supercomputación de Galicia- para inspeccionar más de 5,4 millones de variantes genéticas en todos los individuos analizados. Gracias a este esfuerzo -realizado junto con otros grupos de Inglaterra, Singapur y Centroeuropa- detectaron unos agrupamientos de variantes genéticas "que están plenamente relacionados con la enfermedad y no descartamos que pronto conozcamos más genes relacionados con ella, lo que nos abre enormemente las puertas al conocimiento de los mecanismos que actúan en esta enfermedad, aún muy desconocidos para nosotros", destaca Salas.

La enfermedad meningocócica es "la principal causa de muerte por meningitis y sepsis bacteriana fatal en el mundo occidental a pesar de un diagnóstico y tratamiento correcto", aseguran los investigadores. Su distribución es universal y su epidemiología es dinámica e impredecible, sucediendo en personas por lo demás sanas. La infección es frecuentemente devastadora, implicando graves secuelas o hasta la muerte del paciente", añaden. Los especialistas recuerdan que la enfermedad afecta a niños y, sobre todo, a lactantes, aunque "no existe una edad de riesgo cero".