Tenía 12 años y un coma etílico acabó con su vida el pasado viernes, día 28, un dramático y absurdo broche de Halloween para esta joven de San Martín de la Vega (Madrid). El pasado viernes, la fallecida y cuatro amigos, tras comprar vodka y ron con la ayuda de un conocido adulto, se fueron a una zona del municipio conocida como "Los Cerros", donde estuvieron bebiendo desde las siete de la tarde. Hacia las diez y media, la niña se desplomó al suelo sin conocimiento. Cuando llegó al centro de salud del pueblo ya estaba en parada cardiorrespiratoria con un cuadro de coma etílico y, aunque fue reanimada y trasladada al Hospital 12 de Octubre, falleció el pasado día 1.

Fuentes de la Policía Local de San Martín de la Vega informaron ayer que la pequeña fallecida fue encontrada muy bebida y con dificultades para andar en al menos otras dos ocasiones este año, por lo que la trasladaron a su domicilio.

La muerte de esta menor por coma etílico destapa, según expertos gallegos en dependencias, la forma que muchos menores tienen de entender el ocio y la diversión, basada en el consumo de alcohol, una "droga legal" hacia la que la sociedad muestra excesiva tolerancia. Sin embargo, es un problema preocupante si se tiene en cuenta que tres de cada 10 adolescentes consumen alcohol en atracón (cinco o más copas en un corto espacio de tiempo), según los datos del Ministerio de Sanidad.

"Lo que ha ocurrido es de una gravedad extrema. Aunque las últimas estadísticas del Plan Nacional sobre Drogas reflejaban que habían disminuido los ingresos en urgencias de menores de 14 por coma etílico, es evidente que si ha ocurrido esto es que algo está pasando, por lo que hay que ver qué ha fallado. Y la primera pregunta es no qué están haciendo los jóvenes, sino qué estamos haciendo los adultos y las autoridades. Hay un miedo a la toma de decisiones, una laxitud donde se permite casi todo y esto es un problema", se plantea Jesús Cancelo, psicólogo clínico y director de la Asociación Ciudadana de Lucha contra la Droga Alborada, quien no entra a valorar este caso en concreto al no disponer de todos los datos.

Cancelo explica que el fenómeno del botellón tiene que ver con la forma en que entendemos el ocio y el respeto a la colectividad, y sigue siendo una práctica muy común entre los jóvenes a pesar de las restricciones legales sobre el consumo de alcohol en la calle, aunque también es cierto, matiza, que en los últimos años no ha aumentado. "Es una cuestión de cómo se bebe y de cómo se dejan después los lugares donde se bebe", argumenta y se pregunta cómo un menor de 18 años puede tener acceso a alcohol si está prohibida su venta a menores. "Hay muy poca vigilancia; debería saberse los lugares donde hay botellón, en los que desde luego, nunca debería haber menores de edad", añade.

A pesar de la tolerancia de la que goza el alcohol, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera esta sustancia como una de las drogas potencialmente más peligrosas para la salud física, psíquica y social de las personas, y en especial en personas jóvenes.

En este sentido, Cancelo recuerda que el consumo de alcohol en estas edades es muy peligroso, ya que daña los principios del aprendizaje. "Son lesiones neuronales que si son botellones periódicos, con borracheras continuadas, pueden tener secuelas neuronales de por vida. Esto los chavales lo saben porque damos charlas en los colegios. Lo que ocurre es que en ese momento de ocio y socialización, no lo tiene presente. Hasta que pasan casos como este", afirma.