Iván Ferreiro volvió a su casa de Gondomar dispuesto a cogerse 2015 como año sabático. En lugar de eso, creó un disco en el que recapitula las etapas del proceso de curación de una serie de baches personales. Casa es un homenaje al cosmos que forma el hogar de cada uno, a los momentos de catástrofe que llevan a disfrutar de la calma, un álbum que, como apunta Ferreiro, "busca la luz".

-¿La música le ha servido de terapia?

-Siempre he usado las canciones como terapia. De adolescente, las que escuchaba y ahora, las mías. Estoy convencido de que antes de que hubiera ningún idioma el ser humano seguro que lloraban y reía cantando.

-¿Y siente pudor al escribir?

-Hay momentos que un poco, pero lo escondo rápidamente porque también miento mucho, entra dentro de mis licencias, contar lo que me de la puta gana. Pero de alguna manera escribo algo que solo yo entiendo. Escondo y decoro muchas cosas.

-Cuando compone, ¿escribe para sí mismo o piensa en cómo lo va a recibir el público?

-Intento hacer canciones que tengan muchos significados. Si una canción solo significa una cosa no suele ir al disco. Y hago las canciones para los demás, no pienso en ellos a la hora de hacerlas, pienso en que me emocionen, pero siempre he creído que los discos son para el oyente. A veces me llevo muchas sorpresas con lo que la gente cree que hablan mis canciones, yo les digo que sí.

-Lo importante es que ellos lo sientan así.

-Claro. Hago canciones porque me gustaba escuchar las de los demás y pensaba que el El último de la fila me perseguía para contar mi vida. Es adonde trato de llegar. Estamos muy empeñados con el individualismo, pero somos bastante parecidos, puedes cambiar el nombre o la ciudad pero las historias de amor son siempre las mismas.

-'Casa' exalta las cosas del día a día que nos hacen feliz y que a aveces se nos olvidan. ¿Qué le hace feliz? ¿Qué le ha salvado?

-Creo que lo mismo que a todos: mi familia, mis amigos, mis hijos, comer algo rico, que pongan el capítulo de la serie que te apetece ver. La vida es para eso. Aparte me encanta mi trabajo, que vengan los amigos a casa.

-Siempre se reúne de buenos amigos en sus discos.

-Intento componer con el mayor número de gente posible y no puedo hacerlo si no son amigos. La gente habla muy mal del ser humano, pero lo mejor que hay en el mundo son las personas, eso me gusta mucho de mi trabajo.

-Hablando de amigos, Mikel Erentxun estuvo hace unas semanas en Vigo y dijo que estaba descontento con el consumo rápido que está sufriendo la música. ¿Cómo lo ve?

-Mikel vivió una época donde el consumo de discos era mucho más amplio, ahora un disco no es un regalo. A mi me hubiese gustado vivir también aquello. Sí estoy muy de acuerdo con lo del consumo rápido, sacas un disco y haces todo corriendo, pero después tengo un concierto y me doy cuenta de que la gente lo está escuchando en su casa. Hay gente que ama la música y es de esos de quienes tenemos que tirar.

-Hay mucho 'postureo' también.

-Sí, pero lo ha habido toda la vida y no va a desaparecer. Lo que está claro es que hay inmadurez en la música: creen que si eres de un tipo de música eres más listo que el de al lado. Ya se nos pasará, pero creo que ese postureo existe mucho menos dentro de la bandas.

-¿Por qué?

-Porque antes no había relación entre los grupos, pero ahora llegas a un festi y se juntan todos, no hay un tipo de aristocracia musical. Los músicos estamos en un momento cojonudo donde hay mucho respeto entre nosotros.

-El tema que presenta el álbum, 'Pensamiento circular', ya está sonando con fuerza. Le ha pasado otras veces que un tema se devora a un álbum, ¿son grandes canciones o acaba odiándolas?

-A mí me encanta. El disco salió el viernes y la gente está muy contenta. En un par de semanas se verá si el tema se come a los demás o juntos conforman algo bonito.

-¿Cual diría que es La Canción del disco?

-Pensamiento circular la tenía en la cabeza y quería que agrupara el disco, pero para mí todas son mis preferidas, no meto paja. Además en este disco los temas son muy diferentes y he tratado de conformar una historia.

-Tiene una manera muy personal de interpretar las canciones, ¿Cómo gestiona la carga emocional?

-Cantar no es como la gente cree. Cuando canto no pienso en nada, las pienso cuando las escribo. No tengo que sentirme un hombre abandonado, es la melodía la que da el dramatismo. Pero mis canciones tiene una puerta de atrás, una frase que diga lo contrario de lo que dice. No puedo vivir enganchado a un momento de mi vida, no podría estar de gira si cada vez que canto una canción me pongo triste. No soy nada intenso, ese punto que tengo en los conciertos es porque hay algo en cantar que me divierte, me parece algo más parecido al ejercicio físico que a una catarsis emocional.