Morirse sale caro en España aunque hay grandes diferencias según la ciudad en la que suceda el último adiós. Así lo corrobora la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), que destaca en un estudio que un entierro sencillo cuesta de media unos 3.500 euros que los ciudadanos pagan sin apenas posibilidades de elección, dada la escasa competencia y transparencia en el sector funerario.

Este coste se ha doblado desde el año 2003 e incluye el féretro, el apartado más caro, con 1.200 euros de media. El resto de gastos se dividen entre unos 100 euros por una corona de flores; el alquiler del tanatorio (algo más de 500 euros por 24 horas) y de un nicho, que cuesta por cinco años entre menos de 100 euros y hasta 1.500, o la lápida, que también se abona aparte.

La cremación no sale mucho más barata y su coste guarda relación con su alternativa, la inhumación, situándose el precio medio en los 657 euros. En algunos casos, las empresas funerarias facilitan un féretro más económico si se opta por la incineración.

Por comunidades, la OCU pone de relieve que un entierro puede costar en Cuenca, Tenerife o Las Palmas la mitad que en Vigo o Ciudad Real y "mucho menos" que en Tarragona y Barcelona, que en 2013 eran las ciudades con los precios más elevados. Además, precisa que en la misma ciudad, la diferencia de precio entre la funeraria más cara y la más barata puede alcanzar los 900 euros.

La liberalización del sector de las funerarias, con la supresión de los monopolios municipales arrancó hace veinte años, en 1996: desde entonces, en muchos lugares junto a los servicios funerarios municipales se han ido instalando nuevas empresas privadas que ofertan sus servicios, pero no en todos los sitios es así. Sin embargo, en las ciudades donde hay más competencia los precios del servicio son también más ajustados.

Los seguros por decesos están bien vistos entre los españoles por su comodidad, aunque la organización de consumidores avisa de que no son rentables: el valor acumulado de las primas pagadas por este tipo de pólizas supera muchas veces el del propio sepelio, por lo que recomienda ahorrar para no dejar ese gasto a los familiares.

Así, si una persona contrata el seguro a los 65 años y fallece a los 85 años, habrá pagado 3.473 euros más que el capital asegurado. En lugar del seguro, la OCU propone ahorrar un dinero para este fin.

Por otro lado, la organización aconseja informar al entorno cercano como familiares y amigos las preferencias sobre el destino de los restos o dejar un documento de Instrucciones Previas.