La instrucción Ad resurgendum cum Christo ("Para resucitar a Cristo") que hizo pública ayer el Vaticano sobre la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de optar por la cremación, que cuenta con la aprobación papal, suscita un nuevo debate entre los fieles y allegados a la religión. Los teólogos, en líneas generales, respalda la decisión papal.

Con este documento elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe se toca un tema sensible para la Iglesia, que ya reconoció la cremación en el Concilio Vaticano II, pero que ahora se refiere a ella para tratar de poner en valor el hecho de tener un lugar de referencia al que acudir para rezar por los seres queridos, sean incinerados o sepultados en un camposanto.

"Si esta instrucción va en la línea del respeto hacia las cenizas de los difuntos como se respeta sus restos mortales dentro de los ataúdes, estoy completamente de acuerdo. Lo que no comparto es la motivación, la referencia a la resurrección no la encuentro adecuada. Se necesita la misma fe para pensar que un muerto puede resucitar estando en una tumba que en una urna", argumenta la teóloga Engracia Vidal, promotora del grupo Mulleres Cristiás Galegas y la revista de pensamiento cristiano Encrucillada.

"No se trata de que no se puedan celebrar los funerales de aquellos que decidieron esparcir sus cenizas. Los funerales no se podrían celebrar si esa persona ha expresado su voluntad de repartir sus cenizas por razones contrarias a la fe cristiana", explica Guillermo Juan Morado, profesor del Instituto Teológico de Vigo.

La costumbre de esparcir las cenizas estaba bastante difundida quizás por un motivo de amor a la tierra o a un lugar. "Los cuerpos -también las cenizas- han sido bendecidas con los sacramentos y merecen el respeto de enterrarlos con devoción. Para los cristianos es una manera de tener un punto de referencia claro para rezar por ellos porque creemos en la vida eterna", razona Verónica Trozzo, teóloga y subdirectora del colegio de Fomento Las Acacias de Vigo.

Los teólogos matizan que no hay que "preocuparse en exceso" por este asunto ya que "Dios puede dar la vida y resucitar a los muertos, haya cremación o no". Y apuntan que el dictamen aprobado por el Papa Francisco debe tener origen en las consultas recibidas en el Vaticano sobre este asunto de otras partes del mundo. "No debemos olvidar el carácter universal de la Iglesia", señala.

Por tanto, aunque en un inicio quizá se haya malentendido, parece que los responsables eclesiásticos solo pretendían "integrar" mejor la cremación con la fe cristiana dada la popularización de esta práctica y, en ningún caso, se le negarán los funerales o la celebración de misas de aniversario a los difuntos que hayan esparcido sus cenizas por una voluntad que no choque con la fe. En una de las funerarias principales de Vigo, Emorvisa, afirman que casi la mitad de sus clientes optan por la cremación y, de estos, prácticamente el 90% celebran también un funeral católico.

"Igual había que inventar otros sitios más pequeños para colocar las urnas con las cenizas y poder acudir a ellos a rezar. Similares a los columbarios que ya existen ahora", propone Alberto Cuevas, párroco de La Soledad en Vigo y delegado diocesano para medios del Obispado. "Como párroco creo que lo importante en convenir un lugar al que ir a rezar por ese ser querido y que sea un sitio al que todos sus amigos y familiares puedan acudir. Tenemos tendencia a tener un sitio de referencia como son los cementerios, no hay que perderlo por la cremación", sostiene Cuevas.