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La valentía del deporte de élite en Club Faro

Chano Rodríguez, María Bernabéu, Begoña Fernández y Javier Medrano, con Carmela Silva, en el estreno del coloquio en Pontevedra

Desde la izquierda, Chano Rodríguez, María Bernabéu, Carmela Silva, Javier Medrano y Begoña Fernández. // G. Santos

Valentía, perseverancia, coraje, confianza, capacidad de superarse pero también para encajar las más que frecuentes derrotas y para saber que nada es gratis, mucho menos el éxito. De todo ello hablaron ayer el nadador paraolímpico Chano Rodríguez, la judoka María Bernabéu Avomo (diploma olímpico en Río), la jugadora de balonmano y olímpica en Londres Begoña Fernández Molinos y el entrenador Javier Medrano (adiestrador del saltador olímpico Juan Marie Okutu) en el estreno del Club FARO en Pontevedra, con la mesa redonda "Deporte de alto rendimiento. Experiencias" , que condujo la presidenta de la Diputación, Carmela Silva.

Silva recordó que en la sociedad el siglo XXI "cada vez hay más interés por el deporte", que se ha convertido "en un servicio básico que demandan los vecinos y que las administraciones tienen que fomentar". Insistió en la importancia de visibilizar el trabajo femenino, porque "si es difícil llegar a referencia en el deporte de alto rendimiento, mucho más lo es si eres mujeres. Es triste pero lo que más nos cuesta es ser reconocidas por nuestros éxitos".

Carmela Silva hizo votos porque todos los ciudadanos tengan la oportunidad de practicar deporte "sin que sus diferentes capacidades sean obstáculos; los que hoy están aquí muchas veces tuvieron que hacer frente a la incomprensión y la falta de apoyo".

Fue una perspectiva en la que ahondó el nadador paralímpico Chano Rodríguez, que tras sus quintos Juegos destaca que el primer reto al que se enfrentan los deportistas es a la falta de medios: "La batalla más dura a veces la tengo que librar fuera de la piscina", explicó. En su última cita olímpica se quedó a 20 centésimas de la medalla, "algunos pensaron que estaba acabado pero lejos de estar acabada mi carrera está más viva que nunca" a base, añadió, de "esfuerzo, inquietud, perseverancia y creer en mí".

Tras hacer memoria de su trayectoria deportiva, que "cambió toda mi vida de un modo pausado, de una forma muy pensada", avanzó que intentará llegar a las Olimpiadas de Tokio 2020 y se detuvo en que "los deportistas de alto nivel tenemos un compromiso social, los chavales se ven reflejados en nosotros, no nos pueden ver como inalcanzables y hay que inculcarles que cuando se quiere algo cuesta lograrlo; decirles que el mundo es grande, que hay que vivirlo y hay que sufrir, nada es gratis... La vida es sufrimiento y hay que aprender... Para mí el deporte es mi vida y lo que ha hecho que mi vida tenga otro sentido".

Tomó el relevo la benjamina del grupo, María Bernabéu, para la que llegar a las Olimpiadas era su gran sueño. Se centró en los valores que le ha inculcado su deporte, el judo, en el que se inició no sin recelos (acudía a entrenar llorando) a los 6 años. El primero de ellos el coraje y lo ilustró explicando que acudió a Japón para entrenar con los mejores y tras una semana en la universidad de referencia en su deporte, el entrenador jefe nipón le explicó a su adiestrador "que aquel no era mi lugar, allí utilizaban más técnica. Ya tenía un nombre, y cuando te dice eso la máxima autoridad lo primero que me vino a la cabeza es decirle de todo. Pero agaché la cabeza, fui humilde y llorando dije que no, que nos quedábamos allí. Gracias a ese momento pude vivir mi sueño olímpico".

Éste llegó este mismo 2016, cuando la deportista de 28 años absorvió del judo otros valores como "la lealtad y el compromiso", de modo que dos años atrás, cuando no se encontraba entre las catorce primeras del ranking mundial, algo que se exige para participar en las Olimpiadas, "me preguntaba si era mi camino, si valía para eso, y ahí viene la confianza en el trabajo diario, hay que ser leal a tu compromiso".

Begoña Fernández Molinos aportó la visión de la deportista que ya ha dejado la alta competición. "Llevo dos años retirada y más que con el palmarés me quedo con la persona y el momento. Jugaba a balonmano para disfrutar y nunca me marqué objetivos, jugaba porque en mi familia se jugaba". No le acompañaba el físico: "soy pivote, que exige un cuerpo determinado y yo tengo uno diferente, demostré que no todo es el físico".

Su deporte apenas tenía repercusión mediática, "no aparecíamos en los medios ni desde la Federación estábamos tan apoyadas, no quiero ser como los chicos sino que me den las mismas herramientas, pero nos ponían excusas", hasta el punto de que su gran satisfacción es actualmente que "la Federación y los medios nos dan las mismas oportunidades, las chicas lo están aprovechando y los resultados están ahí".

La alta competición le ha enseñado "que no siempre se gana, que es importante saber perder y levantarte... El deporte también es injusto y puedes no llegar incluso si te esfuerzas al máximo"

Si algo la hace sentir orgullosa es que "no éramos nadie y poco a poco logramos un hueco... He tenido la suerte de entrenar sin que nadie te apoye y hoy las chicas están en una situación mejor".

Es un argumento que retomó Chano Rodríguez en otro momento de la mesa redonda, en el que recordó que "cuando empecé me tenía que pagar hasta el bañador. Hoy hemos mejorado porque nos lo hemos currado y los jóvenes tienen que saber que ellos a su vez tienen que dejarlo mejor para los que lleguen después".

La perspectiva del adiestrador, su esfuerzo y sufrimiento en paralelo al de los deportistas que tutoriza la aportó Javier Medrano. Este antiguo saltador de pértiga y actual profesor empezó a adiestrar a jóvenes en Marín. "Los Juegos Olímpicos ni soñaba con ellos, me empecé formando y poco a poco vas creciendo como entrenador, ves que unos atletas llegan al Campeonato de España y otros pueden competir a nivel internacional. Es el caso de Juan Marie Okutu, que poco a poco se fue haciendo profesional y tiró de mí para que me formase".

Relató el intenso año preolímpico en el que Okutu aprovechó la última oportunidad que le quedaba para conseguir la mínima para estar en las Olimpiadas, después de que solo unas horas antes hubiese fracasado en Amsterdam: el primer salto lo hizo con viento en contra y lloviendo; en el segundo "salió el sol y nos pusimos a 32 grados, se paró el viento y él entró como un avión e hizo un salto de 8,17 metros", por encima de la marca exigida.

Resumió el mensaje de todos los deportistas de alto rendimiento: el trabajo al final tiene sus resultados, conviene prepararse para ganar pero también para perder y el deporte tiene fecha de caducidad, de modo que hay que formarse y saber volver a empezar: luchar por cumplir en la cancha, la piscina o el tatami, pero también en la vida". "Se puede y se debe", aseveró una corajuda María Bernabéu.

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