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Próxima estación, indiferencia

Las actrices salvan de la quema una intriga poco creíble de falsa complejidad

Emily Blunt, protagonista de "La chica del tren".

Las comparaciones con "Perdida" son inevitables. Odiosas pero no ociosas. No tanto por su contenido como por su génesis. Si la admirable película de David Fincher parte de un "bestseller" eficaz, inteligente y escrito con más calidad de la que suelen presentar a menudo este tipo de libros multiventas, "La chica del tren" utiliza como punto de partida una novelita cuyo éxito masivo resulta como mínimo incomprensible:historias parecidas y mucho mejor trabajadas no tienen tanta repercusión comercial y mediática. Pero a este tipo de jugadas comerciales y de mercadotecnia ya estamos acostumbrados ("Millennium", "50 sombras de Grey") y seguro que pronto llegarán más ejemplos.

Lo que sí llama la atención en este caso es la rapidez con la que los linces del cine se lanzaron sobre "La chica del tren" para convertirla en película, como si temieran que la burbuja pinchara antes de tiempo. Buscaron un reparto sin grandes estrellas (de momento), comandado por una Emily Blunt que salva los muebles con una interpretación muy superior a lo que le exige el papel, al igual que Rebecca Ferguson y Haley Bennett. Para dirigir la función se llamó a alguien que había llamado la atención con la estimable aunque muy convencional "Criadas y señora"s, lo mismo que puede decirse de "I Feel Good". Desde luego, no era el director más adecuado para sacarle provecho a esta historia que bebe con descaro en las turbias fuentes de Hitchcock ("La ventana indiscreta", claro, pero también "Psicosis", "Alarma en el expreso" y "Vértigo", así a bote pronto). Se esfuerza, sí, en lograr algunos planos pictóricos de indudable belleza pero se pierde en la maraña de puntos de vista, es arrollado por la artificiosidad de los cruces de líneas narrativas y descarrila cuando se trata de llevar la parte de intriga pura y dura a la estación. Se le nota mucho más a gusto en las zonas más melodramáticas aunque el debilucho guión, falsamente complejo, sea su peor enemigo. Deberían haber llamado a Brian de Palma. Hubiéramos disfrutado todos mucho más del viaje.

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